Historia de una escalera

    02 nov 2022 / 15:15 H.
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    Las escaleras mecánicas de la calle Nueva cuentan con un amplio historial de paradas en su funcionamiento y de otras tantas puestas en marcha. Una y otra vez es objeto de decisiones municipales. En el año 2010, cuando se inauguró, se decidió que su sentido fuera descendente. En 2012, cambió de signo político nuestro Ayuntamiento, y se acordó darle sentido ascendente. Poco tiempo después, nuestras autoridades municipales decidieron que lo ideal es que la escalera no funcionara, y así permaneció durante dos años. Bueno, en realidad, nos dijeron que es que se había averiado por estar a la intemperie, pero a mí esto me sonaba a la típica excusa de nuestra tierra porque, de otra forma, no entendería por qué funcionan las escaleras mecánicas de otras ciudades, donde también están a la intemperie, incluso con peores inclemencias metereológicas. Véase, Portugalete, Ávila o Calpe. En definitiva, es que, cuando los ciudadanos estamos de suerte y funciona, si en la Corporación local está el PP, la escalera sube, y si está el PSOE, baja. En 2018, alguien quiso darle otra oportunidad, y la puso, de nuevo, en marcha. Esta vez tocaba con sentido ascendente. Y así, sucesivamente, hasta llegar a la actualidad, que se encuentra, otra vez, parada. Reconozco que en esta última ocasión no llevo la cuenta desde cuándo no funciona, pero sí sé que en el año 2021 nuestro Ayuntamiento se comprometió a incluir su arreglo y mantenimiento en el nuevo contrato para los ascensores municipales. Estamos terminando el año 2022 y allí sigue la escalera “de adorno”. Su instalación costó, hace 12 años, casi medio millón de euros, lo que me parece una locura, pero que, si cumpliera su función los daría por bien empleados. Por ese precio mejor podrían haber puesto una doble escalera, una de subida y otra de bajada, y así nos habríamos ahorrado la absurda disputa de estos partidos políticos. Como si la ciudad no tuviera ninguna otra cuestión más importante en la que invertir el tiempo y las ganas. Lo bochornoso es relacionar el precio que costó este elemento inútil y absolutamente desaprovechado, con la imagen de ciudad descuidada y abandonada que genera su falta de funcionamiento.

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