Hijos de la prisa

    03 feb 2024 / 09:57 H.
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    Noto el corazón acelerado y cierta opresión en el pecho. Estoy sentada en el sofá, pero mi cuerpo se resiste a relajarse. Han vuelto los acúfenos, esos molestos pitidos en el oído y no consigo mantener los ojos cerrados. Es mi tiempo de descanso y soy incapaz de aprovecharlo. Me niego a tomar ansiolíticos, así que me pongo las zapatillas y salgo a caminar; espero que el tenue sol de invierno calme mis nervios y que, paso a paso, se diluya el estrés que me atenaza. Sé que no soy la única que se siente así, que muchos de ustedes se verán reflejados en este artículo, no en vano, según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, España es líder mundial en el consumo de diazepam. Y solo nos supera en consumo de ansiolíticos y antidepresivos Bosnia-Herzegovina, menuda medalla de plata nos hemos adjudicado. Vivimos en un mundo en el que imperan las prisas, apenas hay tiempo para pararnos y reflexionar sobre lo que nos está pasando. Necesitamos ayuda, pero la sanidad pública no ofrece los suficientes profesionales, psicólogos y psiquiatras, para que tengamos una buena salud mental. Es más fácil y barato recetar una pastilla y, mientras tanto, las grandes farmacéuticas siguen haciendo caja.

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