Hielo y destrucción

    14 ago 2022 / 15:51 H.
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    Pues parece que se acerca el fin del mundo, y no precisamente porque nos invadan los rusos o porque los chinos jueguen a hacer prácticas con armas reales. No. Se acaba el mundo por la estupidez extrema del ser humano, que anda corriendo como loco vaciando los congeladores de supermercados y tiendas de barrio y llenando los congeladores propios de bosas de hielo. De verdad, no nos extinguimos porque la selección natural nos está dando una oportunidad enorme. Veo en redes sociales alarma porque no se encuentran cubitos de hielo en las tiendas, porque hay restricción en su compra en algunas cadenas de supermercados... Veo tutoriales dignos de admiración sobre cómo hacer cubitos de toda la vida y veo con tristeza cómo hay gente que se sorprende. Nos hemos acostumbrado al triste capitalismo que nos hace obligatorio el gasto para cualquier cosa y no somos capaces de hacer lo que hacían nuestros padres y madres, nuestros abuelos y abuelas con tanta naturalidad, que no es otra cosa que vivir de forma digna sin tanto gasto absurdo. Que no digo yo que tener en el congelador de casa una bolsa de cubitos de hielo sea pecado, pero que, vamos, quizás tener unas cubiteras tampoco está de más. Me sorprende e indigna a partes iguales ver en redes sociales que haya personas que se sorprendan de que haya otras que tiendan la ropa al sol para secarse, de que ahora se llame “técnica Batch Cooking” a lo que de toda la vida ha sido preparar comida para la semana y meterla en envases para ahorrar tiempo o gestionar tiempo, según la necesidad. Me entristece darme cuenta de lo imbéciles que podemos llegar a ser. Me parece que o bien nos estamos volviendo idiotas o bien no queremos reconocer que hay una serie de “avances” fruto del capitalismo que son absolutamente innecesarios pero que, como borregos, debemos tener en nuestras vidas. No, no soy yo la que os voy a decir que jamás he comprado una bolsa de hielo, porque he hecho botellones hace veinte años, porque justo hace unos días bajé a la tienda de barrio a por una bolsa, porque me urgía y me enteré del “desabastecimiento de agua congelada” y me quedé con los ojos como bandejas de canapés. Tampoco voy a ser yo la que os diga cómo organizar vuestras neveras ni vuestros gastos, faltaría más. Pero sí que voy a opinar sobre esto porque ya es triste que nos preocupe que no haya hielo en las tiendas y nos dé prácticamente igual que no se cubran las vacaciones al cien por cien del personal sanitario en los hospitales públicos, que se juegue a putear a la educación pública con recortes, que los servicios públicos se vayan al carajo con el consentimiento de los de arriba... Pero, tranquilidad, que ya mismo tendremos bolsas de hielo para todos los hogares.

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