Héroe o villano

    07 dic 2020 / 16:21 H.
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    Dios se hizo hombre y a él los hombres lo hicieron Dios, y el final marcó la diferencia. Sí yo también disfruté con su juego y con su dominio de la pelota, esa que según él “la pelota no se mancha”. Del mismo modo, lamenté la debilidad humana que destrozó su vida, véase el resultado, y la de los de su entorno. El espectáculo que acabamos de ver con las exequias de Maradona y la histeria colectiva de los argentinos es la prueba más evidente de hasta donde ha sido, en vida, su héroe y el que después de su muerte será su leyenda. Un chaval de una familia humilde donde las haya, que aprendió a jugar al fútbol en las calles, entre guijarros y barro y que llegó a ser el nuevo San Martin de los argentinos gracias a su dominio del juego y de aquellos históricos partidos, contra Inglaterra en el mundial de México en 1986, donde se transformó en el vengador de las Malvinas o Contra Brasil, el eterno rival, en el mundial de Italia en 1990 donde con su genialidad, estando lesionado, logró lo imposible. Pero, en la vida, se transformó en un ídolo de barro, por su debilidad y los excesos a los que le llevaron entre otros las malas compañías. Muchos niños desearían ser como él, pero en la cancha que no fuera de ella, porque los excesos se pagan. “La pelota no se mancha”, ¿qué hiciste Diego?

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