Herodes e inocentes
La avaricia y la ambición del rey Herodes, celoso de perder sus riquezas y su poder, llevó a cabo la inmolación de docenas de niños, santos inocentes, que hoy recuerda el santoral. Pensar en aquella villanía estremece el alma, a pesar de que está muy lejana. Si reflexionamos, con esa claridad que nos recuerdan las fechas navideñas, veremos que hoy, en nuestros días, unos cerca de nosotros y otros más alejados, existen muchos Herodes y muchos más santos inocentes, porque son millones los niños que mueren de hambre, de miseria y de abandono. Pero solo recordamos a aquellos que fueron asesinados hace más dos mil años tras el nacimiento del Niño Dios.
En estos días nos felicitamos cuando vemos que el trabajo y la entrega generosa de muchos hombres, como el padre Ángel, permite que unos millares de marginados puedan cenar en Nochebuena. Mientras, el resto del año, carecen de alimentos suficientes y de todo lo más imprescindible para una vida digna. Es verdad que hay gentes buenas que piensan en los demás, pero su esfuerzo no es suficiente. Son los ricos, los pudientes, los Herodes de este tiempo, quienes tienen la llave de la salvación de estos seres marginados. Debería avergonzarnos el hecho de que el padre Ángel y sus colaboradores pudieran ofrecer una cena para 200 personas pobres en Madrid, mereciera un espacio en las noticias de todos los medios de comunicación. Un acto generoso que se repitió en todas las provincias y la mayoría de los pueblos de España. La noticia debería ser que todas las criaturas del mundo tienen lo imprescindible para sobrevivir.
No es justo que la mayor parte de la riqueza del mundo esté en manos de unos cuantos privilegiados, la mayoría de los cuales viven de espaldas a estas situaciones de pobreza. El mundo se toma la celebración del Día de los Inocentes como una broma, como una excusa para eso, para dar inocentadas a los amigos. El significado de esta conmemoración es mucho más profundo, porque debe servir para recordar la matanza de aquellos niños y para reflexionar sobre la enorme cantidad de personas inocentes que sufren la injusticia humana. Millones de niños que no son acuchillados pero mueren víctimas de la hambruna, de la falta de agua, de las enfermedades y de médicos, cuando existen recursos suficientes para evitarlo si no existieran todavía Herodes.