Hasta pronto

    02 nov 2020 / 16:30 H.
    Ver comentarios

    Cuando un buen amigo se va, hay algo que se resquebraja dentro, dejando un vacío vasto e inabarcable como un abrazo a cada recuerdo vivido. Además, cuando un ser querido se va en estos tiempos tan raros en los que la premura asfixia y las limitaciones privan de algo tan esencial para un ser humano que es despedir a otro ser que ama y que no volverá a ver, ocurre que el duelo se convierte en un estado extraño de incertidumbre, una oquedad en mitad del pecho que uno no sabe muy bien con qué llenar. Tal vez, en mitad de tantas decisiones que se toman a diario en cuanto a nuestras libertades, estuviera bien que alguien entendiera que no todo en esta vida se puede limitar, que hay situaciones necesarias, no solo para la salud física, sino también, para la salud mental de los seres humanos. Un bueno amigo mío se ha ido en medio de esta época, suerte la mía de entrar en las cuentas de su familia para poder despedirme de él y abrazar de forma infinita cada recuerdo y cada momento que hemos vivido juntos en un último adiós, momentos y recuerdos que serán huella imborrable de la historia de mi vida. A mi buen amigo Óscar Javier Garrido Adeva. Óscar era una antorcha encendida. Era mi amigo del alma. Vuela.

    Articulistas