Gritos y lamentos

06 jun 2025 / 08:47 H.
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Confieso que cuesta trabajo escribir de algún tema de actualidad, que no sea sobre la situación en la Franja de Gaza, donde el exterminio, la muerte y el hambre son el escenario habitual ofrecido en directo, (bueno, no exactamente, ya que las autoridades israelíes impiden la actuación periodística en el terreno) por todos los informativos y que copa los mensajes de las redes sociales. El activismo digital y el de las ondas y la prensa coinciden con la desesperación personal, al ser conscientes de la impotencia que se siente al no poder detener o impedir semejante matanza de inocentes.

No se trata de escuchar razones históricas para esa guerra eterna entre árabes e israelíes, ni siquiera de apelar a la coexistencia de los “dos Estados” en esa tierra martirizada. Detesto opinar de políticas que justifiquen ese sangriento exterminio. Distingo entre el Gobierno actual de Israel y el pueblo israelí y mucho más con el pueblo judío, separo al pueblo palestino del terrorismo asesino de Hamás, aunque el horror que contemplamos haga borrosas estas diferencias; me escandalizan las razones que apuntan al interés personal de Netanyahu en extender el conflicto para evitar elecciones y su procesamiento por la justicia de su país; más incomprensible aún es la persistencia de Hamás, que no puede ganar ante la maquinaria bélica de Israel. Ni Hamás podrá ganar, ni Israel podrá expulsar a todos los palestinos. Pase lo que pase, sólo persistirán el odio y la enemistad por los tiempos de los tiempos.

Por todo ello deploro las opiniones partidistas en este asunto: es un fracaso civilizatorio, una cuestión de humanidad, un genocidio, una matanza de niños y personas inocentes, y por eso sobran todos los cálculos en pro de un grito a los gobiernos, los contendientes y principalmente a EE UU, a la ONU, a la Unión Europea para parar esta barbaridad. Sobran las hipócritas acusaciones de antisemitismo a quién critique al gobierno de Israel como de convivencia o rechazo al terrorismo de Hamás, esto no es un problema de ser propalestino o más pro o antiisraelí, es gritar con desesperación y con fuerza sobre la necesidad de poner fin a esta locura. Alguien dijo que tras conocer los horrores perpetrados en los campos de concentración nazis en la II Guerra Mundial —en gran parte contra el Pueblo Judío—, era imposible hacer literatura o arte, porque horrorizaba comprobar de qué era capaz la raza humana. Creo que no, que la inmensa mayoría de la humanidad está horrorizada por lo que ocurre en Gaza y por eso grito que la política sirva para arreglar y no para enconar el conflicto. Que pare la invasión y la guerra, que Hamás desaparezca, que el ejercito israelí vuelva a su país y que se reconstruya Gaza para los palestinos.

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