Gotas de cielo

    19 abr 2025 / 10:18 H.
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    El día de hoy tiene “apellido” como muy pocos compañeros de calendario. Y se trata, nada más y nada menos, que “santo”. Estamos ante una fecha de las que imponen, de las que conllevan ese “recogimiento” que últimamente también tiende a apellidarse “festivo” pero que no impide que el aroma a incienso, la fervorosa devoción y el rezo susurrante o saetero nos permita ahondar en un sentimiento que nos acompaña desde aquella tierna infancia atesorada en nuestra alma de niños y que desborda emociones, incluso ajenas a la religiosidad, frente a una Imagen que circula a nuestro lado o nosotros al suyo. Escribo estas notas con cierta anticipación así que ignoro cuántas de esas “aguas mil” del refranero habrán, o no, acompañado a las cofradías permitiendo la salida de algunas o dejando en sus templos a otras con la desazón que conlleva el no poder procesionar tras todo un año de preparación. Esas gotas de lluvia pueden, o no, haberse transmutado en lágrimas. Ambas tienen el mismo origen: el cielo. Y como tal nos envuelven en la sensación de sabernos inmersos en ese imperceptible giro del universo que nos enfrenta a lo que solo la fe es capaz de mostrarnos en toda su extensión. El adjetivo “santo” tiene algo especial que nos cambia, nos eleva y nos hace mejores.



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