Golpe de estado 1973

    23 sep 2023 / 09:00 H.
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    El once de septiembre se cumplían cincuenta años del asalto al Palacio de la Moneda y la muerte de Allende, gracias a lo que el golpe militar comandado por Pinochet puso un abrupto e injusto fin a un periodo de florecimiento democrático, social y cultural en Chile en el que un pueblo tomaba las riendas de su destino. En el sangriento proceso de represión fueron ejecutadas muchas personas y todavía hay una terrible nómina de siete mil desaparecidos. Aunque también muchos chilenos sobrevivieron gracias el exilio. Excepto pequeños actos aquí y allá, no ha habido en nuestro país ceremonias oficiales para recordar durante este mes de septiembre este cincuentenario de aquellos luctuosos acontecimientos.

    Quiero pensar que no son las similitudes entre nuestro país y Chile las que expliquen la escasa visibilidad mediática en España del cincuenta aniversario de aquel golpe militar en Chile. Y no quiero pensar que la escasez de actos y ceremonias oficiales se deba a que los establishments financieros, económicos, políticos y mediáticos de nuestro país —que desprecian el concepto de clase, pero que tienen una conciencia de clase muy desarrollada— no quieran ni oír hablar de estas similitudes. Quizás la denuncia de lo que pasó en Chile pueda ser también una denuncia de lo que pasó en España; denuncia que el establishment no quiere que ocurra, pues sería una denuncia de ese establishment también, tanto de sus orígenes como de su comportamiento.

    Por supuesto que hay diferencias entre el gobierno elegido democráticamente en Chile, depuesto por el golpe, y el existente en España en 1936. También la dictadura establecida en Chile fue distinta a la de España. Y, asimismo, el periodo llamado democrático que siguió a esta dictadura fue distinto a lo existente en nuestro país. Pero, siendo conscientes de esas diferencias, no debemos olvidar las enormes similitudes de ambos periodos históricos. Como en España, el golpe militar en Chile fue la respuesta defensiva de las clases pudientes frente a las demandas de las clases populares. Y como también ocurrió en España, aquel golpe era reflejo del dominio de una clase profundamente reaccionaria, carente de cualquier sensibilidad democrática, frente a la expansión de los derechos civiles y laborales de las clases populares, conseguida por medios democráticos.

    El golpe militar liderado por Pinochet en contra de un gobierno democráticamente elegido, el gobierno de Unidad Popular, presidido por Salvador Allende, dio comienzo a una dictadura enormemente represiva que eliminó las reformas populares realizadas por este gobierno e inauguró un nuevo régimen económico-político neoliberal guiado por el pensamiento económico de la Escuela de Chicago que dirigió las contrarreformas económico-sociales de la dictadura. El mundo contempló entonces una alianza de clases a nivel internacional entre el establishment económico y financiero estadounidense y el chileno para promocionar sus intereses en contra de los intereses de las clases populares de ambos países, y muy en particular, de las clases populares chilenas. Así llevaron a cabo este golpe su burguesía, su oligarquía, sus clases medias de renta alta, su Iglesia, su banca, y la mayoría de sus fuerzas armadas, apoyadas por el gobierno federal presidido por el republicano Nixon; y, tal como documentó el Congreso de EE UU, financiado por la industria farmacéutica. Hoy día en Chile los salarios en relación a su PIB per cápita están entre los más bajos de la OCDE, habiendo sido ello causa —como en España— de un enorme crecimiento del endeudamiento de las familias con una tasa del 59% de toda la renta recibida y con unos de los intereses más elevados en los préstamos. El enorme endeudamiento explica —como en España— el enorme crecimiento del sector financiero que es cincuenta veces superior al crecimiento de la economía real. Hoy el centro de poder —lo mismo que en España— es el capital financiero, que también controla la financiación y gestión del limitado Estado del Bienestar chileno que incluye hasta las privatizadas pensiones o servicios sanitarios y educativos.

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