Gloria, hacer el bien y caer bien

11 ago 2019 / 16:37 H.

Vive Gloria Rodríguez Ayuso en su Jaén del alma y vive inmensamente en un noble pedestal de unanimidad con respecto a su figura, lo cual tiene un meritazo como la Catedral misma de grande. Tan abonados como estamos al cainismo jaenero, que traducido en lenguaje del Pilar del Arrabalejo para arriba (y para abajo) se traduce en “date la vuelta y serás despellejado”, lo de esta gran mujer merece un estudio académico de cómo se inhiben con ella las malas lenguas, cómo se espantan ante ella las torcidas miradas. Cae bien a todo el mundo, todo el mundo le reconoce sus méritos y no hay mundo transversal, desde colegios profesionales a loas tertulias cofrades pasando por la clase política y los estamentos solidarios, que no se rindan a lo que hizo y hace, porque ella fue siempre de las que se quedan cuando otros se largan y de las que está cuando se le espera; nunca dudó dónde debía estar, ayudando, que es gerundio y rima, aunque no se lo crean, con esperanza. Esperanza en la condición humana, esperanza en vivir siempre compartiendo. Cae bien por eso y por mucho más: Además de culta, es digna, honorable y mujer cabal; aparte de trabajadora es persona de tender puentes y podría decirse incluso que Gloria llena como nadie los espacios en los que se mueve y deja helado a cualquiera, en masculino y en femenino. Por su impronta y su bagaje, que no es baladí lo que ella ha hecho por su Jaén, pero por ese Jaén de arriba que no queremos ver, el que más necesita, el que nunca pide ni chilla, pero al que le cuesta despertar del mal sueño de la exclusión social. Ahora todo el mundo echa cuentas a la tercera edad, pero ella, hace muchos, pero que muchos años, ya transitaba por los barrios de La Magdalena, El Tomillo o San Juan en busca de abuelos desheredados por sus hijos o abandonados por la sociedad para brindarles una sonrisa, además de ayuda de la Cruz Roja... ¿Qué fue antes, Cruz Roja o Gloria Rodríguez? Como es amiga desde mis tiempos de barbilampiño me perdonará la comparación porque ella habita en una eterna primavera de la vida, que viene a ser metáfora a la par que manantial de alegría para quienes tanta devoción le tenemos.