Genio y figura
Afortunadamente, no existe un banco que te pueda desahuciar los recuerdos. Ni un banco ni ningún ser humano. Los recuerdos son tuyos mientras vivas y tengas capacidad de usarlos. Y cuando se vive mucho, los recuerdos son innumerables y, casi siempre, suelen ser el vehículo que te permite volver a vivir es grandes momentos de otros tiempos. Para los mayores son una buena medicina, lo peor, quizás, es que a veces nos empeñamos en repetirlos, sin darnos cuenta de que se los estamos contando por enésima vez a la misma persona. Yo tengo la costumbre de contárselos a ustedes, mis amigos lectores, entre los que se cuentan no pocos que de alguna manera también fueron parte de esos recuerdos o algunos parecidos. Aunque, por mucho que puedan parecerse, nunca son iguales los recuerdos ni los sueños de cada uno de los mortales.
Aquellos lejanos tiempos en que hacía mis pinitos en el teatro son un vivero de recuerdos de amigos entrañables, de días de ilusiones y noches de nervios y aplausos. Son hermosos recuerdos, empalidecidos porque no pocos de aquellos compañeros ya no están con nosotros. Gracias a Dios, aún quedan muchos caminando por esta ruta de la vida, pese a que ya no caminamos con aquel paso firme y ligero de antaño. Hace unos días, hablé con Ana Colmenero. Ella es la esposa de uno de aquellos grandes amigos de juventud con quien compartí sueños y vocaciones parecidas. Ana me habló de mi amigo, Pepe Cobo de Guzmán Torres, hoy ya setentón, pero que a sus 18 años tenía genio, figura y, además, mucho ingenio. Empezó tocando la armónica en nuestro grupo artístico. Regalaba un humor contagioso y, con el tiempo, desarrolló su talento como dibujante y pintor, cuidó su cuerpo en los gimnasios y se enamoró del aire libre, las montañas y los secretos indescriptibles que guarda la naturaleza. El montañismo y la espeleología fueron su debilidad más fuerte. Él descubrió, en 1988, un yacimiento arqueológico en Los Cañones, con una serie de pinturas rupestres. Un hallazgo que él cuenta con detalle en su libro “Estudio sobre el hallazgo de pinturas rupestres en la zona de Los Cañones Otiñar de Jaén”, del que se siente realmente orgulloso. Ahora esto es solo un recuerdo para mi amigo, que se encuentra limitado físicamente, pero que no ha perdido su entusiasmo, ni su humor, ni su genio y, hasta sentado, conserva su figura.