Gazapos

Desde que yo era un chaval, siempre escuché decir que un periódico sin erratas es como un jardín sin flores. Las erratas están siempre vigilantes, esperando el momento de saltar raudas y meterse entre las páginas. Por eso, familiarmente, en los periódicos a las erratas se les llama gazapos, por esos saltos veloces e imprevisibles que suelen sorprender por mucho cuidado que se ponga. Y de eso aprendí yo bastante en los casi cuatro años que fui corrector del Diario JAEN, allá por finales de los 50 y principios de los 60. Un oficio duro y peligroso porque el entonces administrador, Juan Lombardo, era intransigente con las erratas, y ponía un día de haber al culpable en menos que canta un gallo. Aun así, la presencia de erratas era inevitable. Podría recordar docenas de erratas que en aquellos tiempos de dictadura causaron muchos calentamientos de cabeza a más de uno, como en aquella ocasión en que se publicó que “el obispo había ordeñado, en vez de ordenado, a cuatro nuevos sacerdotes, o aquella en que se pudo leer que “en el Ayuntamiento se celebrará una reunión de comunistas”, en lugar de comunidades. Grave fue aquella errata en una entrevista efectuada a una de las damas más encopetadas de nuestra ciudad, en la que el periodista, Rafael Alcalá, escribió: “Al escuchar mi pregunta, la señora frunció el ceño”, pero se leyó que la señora frunció el coño. Y, sobre todo, aquella ocasión en que la señora de Franco visitó Mancha Real, algo que hacía con frecuencia. El texto debía decir que el alcalde de Mancha Real hizo entrega de un hermoso ramo de flores a doña Carmen, pero un baile de líneas hizo que se leyera que “un ramo de flores hizo entrega a doña Carmen de un hermoso alcalde de Mancha Real”. Hace dos días, en mi “brisa” del miércoles, debió aparecer la caricatura de Pedrito, el ex entrenador recientemente fallecido, pero saltaron los gazapos y la caricatura que apareció fue la de Andrés Rodríguez, actual presidente del Real Jaén, con quien ya me he disculpado. Recuerdo que una editorial se empeñó en publicar un libro sin gazapos y puso el máximo interés en ello. En la última página se puso una nota en la que decía: “Este ha sido el único libro del mundo que ha sido editado sin una sola errita”. Hoy ofrezco mi homenaje a mi desaparecido amigo, Pedrito, publicando su caricatura. Y todo arreglado.