Gatos

    29 oct 2023 / 08:53 H.
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    Conozco a un buen amigo médico que lleva media vida rehabilitando felinos que han sido crudamente abandonados por sus dueños. La última vez que nos vimos, cuidaba con paciencia nipona a dos bellísimos ejemplares que jugaban entre sus pies con una graciosa gratitud aduladora. Perse y Moore son dos siameses que viven en el ángel acrílico de un tejado de Madrid, jugando con el ratoncillo feliz de los acordeones y la página celeste que germina bajo el Libro de las Lamentaciones. Cada mañana, Iris regresa de todas las penumbras que el amor conquista para pedirte unas gotas de leche en el platillo de las nubes que empujan a nosedonde los tambores del mundo. Holly Golightly aún grita desesperada con la gabardina abierta de las grandes quimeras y camina descalza bajo la lluvia de Nueva York entre los desperdicios de la noche en busca del abrazo final que nunca escribió Capote. En el cielo de la infancia, la carcajada de Cheshire sobre los débiles principios del largo sueño de la vida nos sentencia: “Si no sabes adónde quieres ir, no importa qué camino sigas”. Hoy como ayer la radio mueve con tristeza el pucherete del alba. En Gaza y en Jesusalén los gatos no regresan a casa.

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