Gastronomía y memoria colectiva

    16 jun 2021 / 11:37 H.
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    El centenario de Emilia de Pardo Bazán y la lectura de Pazos de Ulloa sugieren a Alfredo Ibarra una bella reflexión sobre la incidencia de la culinaria en la etnografía, leo: “Cada pueblo come según su alma, antes tal vez, que según su estómago”. La cita me hace pensar y la lectura del colega andujano da pie a opinar. La necesidad vital que es el propio sustento abarca en los seres inteligentes algo más que la ingesta indiscriminada de lo que tiene a mano; el arte de cocinar los alimentos es indiscutiblemente ingrediente importante, quizás el primero, del acervo cultural de los humanos y, por tanto, de cada pueblo. Nada es casual ni fruto del azar o del destino; cocinar, parodiando a la escritora gallega, es una necesidad del alma, más que de la boca; siendo así, los saberes y los sabores evolucionan en el tiempo y en el espacio y, aunque la oferta de alimentos disponibles cambia en estaciones y sitios, el imaginario colectivo lo remedia. A lo concreto, cada hogar, cada fogón guarda valiosos secretos familiares con ricos matices sobre fondos comunes; diversidad sobre lo semejante; aunque abramos líneas de investigación sobre peculiaridades, nadie tiene el monopolio de la sopa de ajo.

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