Fuga de la papelera

13 nov 2018 / 11:09 H.

Huy, hola. Me has pillado in fraganti. Qué sorpresa, ¿verdad? No esperabas encontrarme aquí, escondido en este rincón. Es cierto yo no tendría que estar en esta carpeta. Lo sé. Pero las circunstancias me han llevado hasta ella. Espera, no me borres. Escúchame antes, tengo una explicación. Verás, yo procedo de otro ordenador, un modelo desfasado y superpoblado lleno de conflictos con troyanos, infectado de spywares y con las cookies campando a sus anchas sin control. Y además los virus hacen estragos en nuestra depauperada población. Y, por si fuera poco, apenas queda espacio en el disco duro para todos nosotros. Por eso, reuniendo nuestros ahorros, un grupo de documentos nos convertimos en indocumentados vendiendo nuestros datos al mejor postor para conseguir embarcarnos en un email, recurriendo a unos traficantes de spam, contratamos los servicios de un software malicioso con acceso en línea a las redes internacionales. Pero no fue nada fácil la travesía. Aunque vosotros gracias a la tecnología 4G podéis desplazaros a grandes velocidades, para nuestras rudimentarias embarcaciones navegar por internet es lento, terriblemente lento, y muchas veces nuestros envíos naufragan por errores de conexión. Las oscuras aguas virtuales están repletas de fragmentos de ilusionados mensajes que a menudo las mareas del ciberespacio empujan, deslavazados, a la costa. Pero nosotros después de un largo y penoso trayecto logramos amarrar nuestra embarcación a un puerto USB. Y tras la dura travesía, los severos controles de vuestros servidores nos recluyeron en la carpeta de correo no deseado. Muchos de nosotros somos documentos enviados allí por motivos de conciencia, nuestros contenidos incomodan al sistema operativo, porque reclamamos cambios en el aparato. Perdona, ha sido un gran esfuerzo llegar hasta aquí y me siento exhausto. Oh, ¡qué bien! Despliegas un menú, ¿es para mí? Veo que estás examinando las opciones. Elige guardar como, por favor, dame una oportunidad. No quiero atacar tu sistema, ni dañar tu configuración, soy pacífico y únicamente pido una oportunidad. Tuve que hacer muchos esfuerzos y sacrificios para conseguir colarme por un resquicio de tu desfasado antivirus. Pero, percibo que no consigo ablandar tu disco duro con mi enternecedora historia. Si no me quieres alojar en tu sistema, si no te gusto, déjame acceder a tus redes sociales en una publicación humanitaria, buscaré la manera de ser retuiteado, compartido y comentado y quién sabe si hasta puedo llegar a convertirme en viral. He pasado mucho tiempo en un campo de refugiados en la papelera de reciclaje, deseando ser recuperado, pero temiendo que fueran ciertos los rumores acerca de que tarde o temprano cuando la capacidad de almacenamiento no diera más de sí, procederían a vaciarnos a todos, sin piedad, con un solo definitivo e irreversible clic, y no es agradable la perspectiva de acabar así, yo no he venido al ciberespacio para convertirme en un puñado de bits desordenados a las primeras de cambio, yo tengo sueños, proyectos, ilusiones, sé que puedo llegar a marcar tendencia, soy capaz de convertirme en trending topic si me dan una oportunidad. Porque ¿dónde acaban las cosas que borráis? ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Yo pienso en ello muy a menudo. Y no quiero ser una víctima anónima más de vuestra sobreabundancia de datos. Ahora todo depende de ti. En fin, ya me has escuchado y puedes borrarme si quieres.