Frivolidades

    11 oct 2022 / 18:18 H.
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    Creíamos que lo peor de la crisis estaba en el aumento de alimentación y vivienda. Pero, hay más. En un hospital —en este caso, de Madrid— encuentro colas y colas, no en las consultas, sino para acceder a máquinas que, después de media hora, te dirigen —tarde— al especialista correspondiente. Nadie que te asesora ni te informa. En la farmacia, hay ya medicamentos que no fabrican los laboratorios. A quejarte al médico. Me acerco a “mi” banco para ver cambiar una clave: debo hablar con el móvil o pedir cita. En casa, se me ocurre llamar a la empresa de gas para que me incluyan en el mercado regulado: tres horas con el altavoz del móvil y el mensaje “le atenderemos en un momento”, para, después, colgar sin conseguirlo. Angustioso y agobiante, no solo para quienes perdemos el tiempo y la paciencia haciendo el trabajo de las empresas ¿Adónde irán los ahorros por el personal despedido que realizaba estas tareas?, que pagamos nosotros. Claro que, esto es una frivolidad personal, cuando estamos a un clic de que un demente nos haga desaparecer y de soportar que unos inútiles mandatarios de UE, OTAN, u ONU —cuya existencia también sufragamos con presupuestos descomunales— sean incapaces de pararlo y evitar el drama de Ucrania y el que pende sobre toda la Humanidad.

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