Fotos para reflexionar

    17 feb 2024 / 09:50 H.
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    Hoy revolviendo en los cajones de la casa del pueblo he encontrado una caja de cartón con fotos antiguas. Las he estado revisando con emoción y he vivido de nuevo esos momentos casi olvidados que conforman mi manera de ser y ver ese mundo rural donde tengo mis raíces más profundas. Durante un buen rato he vuelto a la infancia. He visto una fotografía antigua en la que el niño que fui juega a la “pitiliuna” en el preciso momento en que estoy intentando levantar el mocho con la vara. Ese juego infantil y otros como las bolas o canicas, la trompa o peonza, el tranco, el burro en la ventana, las santas y casi todos los demás que nos ocupaban en las horas de recreo se han perdido para siempre y con ellos se ha ido parte de la cultura y la forma de vivir de nuestros pueblos. Todo eso que cito, excepto la pelota (fútbol), los niños de ahora no lo conocerán nunca, pero sigue siendo parte de mis vivencias y las de toda la generación de los años cincuenta del pasado siglo. Cuando yo era niño las calles de mi pueblo eran nuestro patio de recreo.

    También había una foto en la que de fondo se ve el mapa de España y en primer plano de frente, el niño que fui, sentado ante una mesa de escuela. Mis primeros recuerdos me llevan a esa escuela en la que lo primero que aprendí fue a ser respetuoso con el maestro que tenía una palmeta de madera, a hacer los deberes con rigor y cumplir con mis obligaciones en todo momento, porque allí se aplicaba el terrible lema que decía “la letra con sangre entra”, eso que hoy en día sabemos que era muy disparatado. Con el paso del tiempo creo que he aprendido a valorar los hechos y situaciones pasadas en su justa medida y por supuesto que no estoy de acuerdo con esa manera de proceder para educar a la infancia y la juventud, pero también estoy muy lejos de la aquiescencia con la laxitud en la evaluación de los conocimientos, la ausencia de disciplina y la falta de respeto al profesorado en el sistema educativo actual. Y he de reconocer que los de mi generación tuvimos que soportar esa manera de concebir la enseñanza que implicaba que muchos de mis compañeros tuviesen verdadero miedo a ir a la escuela. A veces, tiempos pasados no fueron tan buenos como pudiera parecer.

    En otra foto se veía a un campesino de mediana edad, en traje de faena, montado en un mulo tordo recién esquilado. Era uno de mis tíos que venía de trabajar en el campo. Parte de mi familia eran agricultores y vivían de trabajar duro todos los días del año, porque siempre hay faenas que realizar y sólo se huelga los días de lluvia y pocos más. Ahora que los agricultores andan por esas carreteras expresando su descontento con la situación que sufren tengo que decir que tienen bastante razón en aquello que están intentando conseguir, porque los intermediarios, los ecologistas que no han pisado un campo en su vida, la burocracia y la competencia desleal de terceros países que no cumplen los altos estándares que exige en la Unión Europea, les están asfixiando hasta el límite de que no pueden vivir de su tierra y su trabajo. Y los agricultores no piden nada del otro mundo, incluso quisieran no depender de la PAC para subsistir, sólo que les dejen producir, cultivar todas sus tierras como siempre han hecho, vender a precio justo y que no les vengan con monsergas, porque ellos saben qué sembrar y cómo hacer su trabajo sin que tengan que poner cubierta vegetal, restos de poda ni leches en vinagre paridas por mentes calenturientas que no han visto una col (de Bruselas) en su vida. Recuerdo ahora aquel comisario de agricultura (un tal Fischler) que, en una visita a Andalucía, viendo unos olivos cargados de aceituna no tuvo mejor idea que coger una y empezar a comerla, así como si fueran uvas de Manilva. Eso es lo que se puede esperar de los burócratas que hay por esos despachos y de algún que otro ministro de agricultura que lo mismo vale para ser embajador o aquello que se tercie en su momento, qué más da, lo importante es el cargo y las prebendas que conlleva. Además, como todos sabemos gracias a un tal Sordo que conoce bien el problema, los agricultores no son trabajadores y por tanto no tienen razón alguna para manifestarse. Así nos va por estos lares. Por hoy no hay más fotos. Un poco de respeto y atención a la gente del campo que es sencilla, trabajadora y nos da de comer.

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