Feria para foráneos

19 oct 2018 / 11:38 H.

Una amiga va a la Feria de Jaén, ¿es bonita? Me pregunta. A mí me gusta, le respondo. Le aviso del paraguas necesario y que el ferial está bajo una gran cuesta (¡1, ánimo!). Pero que como en el monólogo del jiennense David Navarro, que no pregunte ¿de dónde viene el agua del regadío en los puestos de rodajas de coco? Mejor que beba vino mañico. El ferial tiene dos alturas, en la primera las casetas, por la noche son de los jóvenes, para bailar y, por la mañana, de los viejos, para comer. Si sigue bajando la cuesta (2, ¡sigue!), tiene la opción desde la noria de intentar fotografiar a la vez Castillo más Catedral. Que pruebe su suerte de micrófono por si gana un regadío microscópico de coco sin agua o un peluche enorme y feo relleno de bolitas de porexpan. Ya en la base del ferial (3, ¡conseguido!) que compruebe aún su fuerza con el martillo de plástico y que elija cacharritos o casetas de bocadillos de chorizo y bailes de Bomberos. Y que para despedirse de la Feria de Jaén, es obligatorio elegir y tomar un avituallamiento o patata rellena o un chocolate con churros, no por hambre sino para observar cómo al volver de manera automática la pendiente de la Salobreja se convierte poco a poco en una pared vertical (3, 2, 1 ¡Hasta el año que viene!).