Feria, feria...

Nuestra “Bella ciudad de Luz” ya está en feria entre precampañas electorales, manifestaciones independentistas, tragedias humanas, etcétera. Los jaeneros quieren evadirse de este caos disfrutando de su ferial. San Lucas es garante de alguna lluvia, aunque sea la mínima como aparenta este año, solo para refrescar un poco este ambiente “tan caldeado”, aunque buena falta nos hace esa lluvia intensa que llene nuestros pantanos porque al fin y al cabo todos los días de la feria tienen asegurada afluencia. Y volviendo la vista atrás, quiero hablar de historia y nostalgia. Hace unos días, tomando un café, coincidí casualmente con un señor mayor que leía este diario interesado por la feria de la capital. Pronto iniciamos una conversación donde este caballero me comentaba lo que había cambiado la feria desde su juventud; me decía que era una prácticamente de trata de ganado y algún que otro cacharrico; nada de botellón, ni casetas con mucho ruido, entonces no se trasnochaba, si no era para trasladar el ganado desde muchos puntos de Andalucía a Jaén. Eran otros tiempos, me dijo, y otras muchas cosas más que te hacen crecer por dentro en la historia de tu tierra. Entre pinceladas del pasado y del presente de nuestro San Lucas, ya me voy a mi barrio.