Feria: espacio de convivencia
Se acerca en los próximos días la gran feria de San Lucas en Jaén. Es un acontecimiento que se constituye en una cita para todos los jiennenses en la que se vislumbra nuestra cultura y nuestra historia pasada y reciente. Sus orígenes datan del año 1453 como feria de ganado y compraventa de utensilios de artesanía y aparejos para las tareas agrícolas-ganaderas y se celebraba en el mes de agosto con motivo del día de nuestra Señora de la Asunción. Posteriormente, según diferentes cronistas, en el año 1805 pasó a celebrarse en octubre coincidiendo con la festividad de San Lucas debido a la epidemia que provocó su traslado de fechas y de recintos y que continua en la actualidad con un espacio ya consolidado. Sin embargo, la feria no se ciñe solo al recinto donde se ubica, sino que impregna toda la ciudad convirtiéndose así en un espacio de convivencia de la ciudadanía y de todos los que nos visitan. Toda la ciudad es un espacio de concordia con la finalidad de promover las relaciones entre los individuos y los vínculos que se establecen entre ellos que han de ser compatibles con la libertad y la autonomía propia de cada individualidad fomentando el establecimiento de lazos sociales para la convivencia pacífica. No en vano los seres humanos, por naturaleza, tienden a relacionarse unos con otros. Esta característica se expresa en el proceso de socialización que interiorizamos con el transcurso del tiempo a través de contactos, relaciones e interdependencias, creando comunidades diversas a las que sentimos que pertenecemos. En ellas se generan a su vez procesos de acercamiento y afinidad entre los sujetos a la vez que distanciamientos, cuestiones ambas propias de la convivencia humana. Ciertamente hoy día nos encontramos en un proceso de intensos cambios culturales y nuevas orientaciones en las pautas de comportamiento. Se afirma que los procesos de transición social se basarán en la acción humana, en parte definida individualmente, distanciada de factores estructurales, pero vinculada a identidades culturales concretas que convivirían articuladas en términos de su capacidad de comunicación y avance. La feria de San Lucas, pues, expresa nuestra identidad social que nos permite poner de manifiesto nuestra identidad como miembros de la comunidad jiennense que, indudablemente vivimos como sentimiento de pertenencia a un grupo humano con unos valores compartidos. Es, por tanto, una expresión de identidad colectiva con sus ritos y actividades que debe propiciar la integración en espacios para la convivencia. Son múltiples las asociaciones, cofradías, empresas, grupos particulares y partidos políticos los que se asoman a nuestra feria para compartir ese espacio de convivencia y también es habitual el intercambio de visitas entre ellas. Sin embargo, también son reiteradas las críticas entre los políticos sobre el desarrollo de la feria y su posterior balance aludiendo a la mayor o menor competencia del partido que gobierna a nivel local en la gestión organizativa de la misma. Es por ello que su presencia, lejos de la confrontación, debe permitir que muestren su lado más humano, lejos de los despachos, ahora que no estamos en períodos electorales, aunque siempre es deseable recordar la ingente cantidad de proyectos que esperan su realización. Nuestra feria, en ese sentido está unida a la vida de la ciudad porque construye arraigo y construye futuro y, aunque los cambios sociales son muchos, el fenómeno de la fiesta sigue siendo la llama que aviva la vida social creando puentes que unen diferentes clases sociales, grupos de edad, de genero y culturas. La feria no debe ser algo efímero porque representa una necesidad de la condición humana. Disfrutemos de nuestra feria, hagamos un parón en nuestra vida cotidiana y disfrutemos de ese magnífico espacio público de convivencia que nos ofrece para reforzar nuestra pertenencia a la sociedad jiennense.