Feliz Navidad

    23 dic 2022 / 17:20 H.
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    Los gobiernos que tienen capacidad de tomar las decisiones que afectan a los habitantes de este mundo en su globalidad, defienden intereses particulares que raras veces se compadecen con el interés común. De manera harto egoísta e irresponsable buscan lograr sus objetivos estratégicos sin que les importen los daños colaterales que puedan ocasionar a los demás. Es evidente que en vez de invertir los recursos disponibles en mejorar la situación humanitaria en aquellos países que más lo necesitan porque las personas mueren de inanición, los malgastan en desarrollar máquinas que sirven para contaminar el ambiente, arrasar los campos y matar de manera más eficiente. Cada día, las noticias nos recuerdan que vivimos en una sociedad que se asoma al precipicio de una guerra mundial posible e incluso ya real en el corazón de Europa. Esta situación tan crítica persiste un año tras otro sin que los organismos supranacionales encuentren eco para que sus propuestas de distensión se abran paso en la mente de los señores que dirigen el mundo. A los gobernados no les queda otra opción que adaptarse, olvidar los problemas globales y seguir sobreviviendo al ritmo que marcan los usos y costumbres establecidas. En eso estamos, y en esta sociedad toca celebrar que seguimos vivos por el momento. De cualquier modo y dada la realidad a la que nos enfrentamos, quizás lo mejor que pueda suceder es que tengamos la oportunidad de seguir fingiendo que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que nunca acabe este sueño del que nadie quiere despertar porque la realidad es demasiado cruenta.

    ¡Albricias! Ha llegado la Navidad. En la actualidad esta festividad no parece que tenga un significado humano profundo y mucho menos religioso para la mayoría. El período navideño, que incluye además la fiesta de fin de año y los Reyes, se extiende durante más de un mes y comienza de manera artificial con el encendido del alumbrado en las ciudades, que mayor éxito tiene cuanto más ostentoso y costoso sea. Las calles se llenan de gente ávida de comprar todo aquello que no necesitan pero que la publicidad les hace desear, de consumir cuanto más mejor porque en eso consiste hoy en día el bienestar, en tener muchas cosas y en aparentar que con ellas se consigue la felicidad. En una sociedad de tradición cristiana como la nuestra, la Navidad tiene un significado especial y se celebra en familia. En otras culturas no se celebra porque para ellos no tiene ningún sentido religioso. De cualquier modo, al igual que los cristianos, los demás pueblos de acuerdo con su religión tienen alguna festividad que es la más importante a lo largo del año y la celebran a su modo y manera. Entre nosotros, la idea fundamental que está en el origen de esta fiesta es la celebración del nacimiento de Jesús, que es fuente de amor y paz. Vivir el espíritu de la Navidad es compartir la alegría y felicidad que toda familia que permanece unida goza, manifestando el amor mutuo por medio de regalos y buenos deseos que se intercambian en las tradicionales comidas y cenas que celebran con el objetivo primordial de reunirse, olvidar las rencillas y estar juntos al menos unos días cada año. Y ese gozo que se vive en cada familia debería trascender a todas las demás y a todos los pueblos. Todos los años por estas fechas suelo redactar una felicitación de Navidad en la que pongo todo mi interés para intentar conseguir que resulte amable y esperanzadora para todos aquellos a los que quiero decirles que están en mi recuerdo y les sigo estimando a pesar de que por alguna circunstancia no nos hayamos podido ver en los últimos tiempos. Después de revisar mis listas de correo y teléfono para asegurarme de que están todos los que son y no sobra ni falta nadie, la envío. Así consigo que reciban mi felicitación todas las personas con las que he tenido relación alguna vez a lo largo de mi ya dilatada vida, incluidos aquellos que por cualquier causa puedan haberse sentido molestos por alguna opinión, omisión o incluso falta de atención por parte mía. Enviándoles mi felicitación espero que además de recibir la expresión de mis mejores deseos, comprendan que de forma implícita les ofrezco también mis excusas por mis posibles errores. Esta es mi felicitación de este año: Que el espíritu de la Navidad os acompañe siempre.

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