Feliz Navidad

Según se va entrando en edad todos sabemos qué significa celebrar la Navidad con la ausencia de algún ser querido. Si por desventura se ha tenido que vivir esa ausencia a temprana edad, esa quemazón inexplicable y doliente acompaña ya toda la vida. Sin embargo, todos conmemoramos cada año, como signo de nuestra tradición judeocristiana, el nacimiento del Niño Dios. Todos, con más o menos sentido religioso esperamos y deseamos aquello que representa estar juntos, obviando lo que no es realmente importante. A pesar de las ausencias, e, incluso, para honrar la memoria de quienes nos enseñaron a vivir con alegría estos días cargados de connotaciones, de recuerdos y, también, hay que decirlo, de nostalgia infinita. Este año también va a ser así, naturalmente. Con restricciones, con anormalidad y con preocupación. Porque, no nos engañemos, esto es muy serio. Pero sobreponiéndonos a una situación adversa más en la historia de la humanidad, con una desafiante capacidad para ponernos a prueba. Actuemos con comedimiento, con prudencia y moderación, que son el mayor signo de afecto, sin alharaca ni vehemencia. Con respeto por los presentes y por los ausentes, valorando la alegría del día de hoy para que perdure el día de mañana.