Felicidades, docentes

    07 jun 2021 / 11:48 H.
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    A punto de acabar el curso escolar, con las mochilas ya hechas trizas, con las tizas desgastadas, con los portátiles reventados y con las sonrisas agotadas y exhaustas debajo de las mascarillas. Cerramos un curso extraño, lleno de protocolos que hemos entendido o no, lleno de frialdad, pero con el extremo cuidado del estado mental... Acaba en breve un curso agotador para toda la comunidad educativa, y sobre todo para quienes las han vivido en las aulas, docentes y estudiantes.

    Hoy quiero brindar mis letras que me permite nuestro diario y gritar un “olé vosotras y vosotros” por todos los docentes que han estado a pie de aula. A todos mis compañeros y compañeras reales o de profesión. Aunque yo lo he vivido rehabilitando mi pie, no tengo más que palabras de admiración para todos aquellos que han estado al pie del cañón, en aulas llenas o confinadas, presenciales, semipresenciales, sincrónicas o buscándonos la vida como hemos podido para llegar a un alumnado con o sin medios, pero con el objetivo de continuar una normalidad que no ha sido normal. Aplaudo a los equipos directivos de todos los centros públicos de nuestra comunidad autónoma, que han hecho puzles con las instrucciones o “desinstrucciones” que nos hacían llegar desde la Consejería. Admiro a aquellos compis de tiza que día tras día han pasado frío en unas aulas hiperventiladas, con un internet que funciona a pedales la mayor parte del día, sin contacto, con mascarilla, pasando por cuatro, cinco o seis aulas diarias, con sus veinte o treinta estudiantes cada una...

    Ha sido un curso escolar agotador, tanto física como mentalmente. Ha sido un año terrorífico en cuanto a papelotes y papelotes que la administración se empeña en llamar burocracia. Ha sido una carrera de fondo conciliar el trabajo en el aula y en casa, el trabajo remunerado con el no remunerado del hogar, el trabajo del cole o del instituto con la familia, ya de la vida social podremos hablar otro día, si acaso. Un curso donde la mayor parte de los docentes nos hemos sentido abandonados una vez más por la Consejería y sus delegaciones, que se han dedicado a cerrar aulas para el próximo curso, a pasearse por algunos centros para aparentar normalidad y a sonreír con los ojos para las fotos.

    Y entre todo esto, es digno de admirar a esos que están para arriba y para abajo, cerca o lejos de casa, los interinos y las interinas, que en el caso de Secundaria han visto cómo ha ido pasando el curso entre aulas, pantallas, innumerables reuniones del instituto para innumerables asuntos, informes, papeles que se han multiplicado con la pandemia y que roban energía, tiempo y salud, y agotan el alma y el ánimo, pero que hacen el esfuerzo de sacar horas a las noches, robando descansos o simplemente robando la vida, para invertirlas en el estudio de unas oposiciones que, en la mayoría de los casos, hemos aprobado en varias ocasiones... Pero no hay plazas, hay vacantes... fíjate tú.

    Compañeras y compañeros que ya casi ni recuerdan el color de sus propios ojos porque entre trabajo, trabajo pandémico y duplicado burocráticamente, y vuelta a los apuntes de unas pruebas que no demuestran si eres buen docente. Felicidades, compañeras interinas y compañeros interinos, hemos acabado el curso con vida, hemos enseñado a nuestros estudiantes, hemos cuidado de su estabilidad emocional, hemos estado atentos para que ninguno de ellos se quede atrás, hemos motivado a lo inmotivable, hemos salvado las carencias que no salva el Gobierno, hemos invertido tiempo y economía en darle un formato nuevo a nuestras clases para adaptarlo a las “desintrucciones”, para acercarnos a unos discentes con mascarilla que arrastran el curso anterior... Hemos acabado el curso con dignidad, sin dejarnos un papelito para los archivos, cumpliendo programaciones, modificaciones de última hora, adaptaciones de cincuenta tipos en aulas que siguen siendo saturadas... Hemos hecho nuestro trabajo, que para eso nos pagan. Y hemos sacado tiempo de donde hemos podido para competir en las opos. Felicidades, docentes, funcionarios o interinos, porque un año más hemos tripulado sin capitanes y en equipo.

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