Felicidad en la pandemia

    06 may 2020 / 14:16 H.
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    La pandemia nos ha enclaustrado, también nos ha aportado incertidumbres tanto por lo vivido en el entorno familiar como por la tragedia colectiva: la pérdida de seres humanos; el dolor y la enfermedad; la crisis económica, social y cultural que se avecina. Y, sin embargo, nos hemos adaptado al confinamiento mejor de lo creíamos. Las ganas de vivir, pese a todo, nos harán superar las adversidades. El reto presente es que cada uno de nosotros seguimos obligados a construir la felicidad. Cabe recordar que lo que Aristóteles llamaba “la vida buena”, la felicidad, es la primera obligación ética de las personas. No hay ningún manual que nos enseñe a ser felices. La felicidad es un aprendizaje autónomo que nos lleva a controlar la tristeza y la alegría, a convertir las emociones en sentimientos. Es una búsqueda que dura toda la vida. Tiene que ver con la dignidad y la libertad para escoger cómo queremos vivir. Hay modos muy diversos de vivir y se puede ser feliz en cada uno de ellos. Alguien dijo “he sido feliz siendo rico y he sido feliz siendo pobre”. Conviene no confundir felicidad con situación económico-social. La felicidad es un punto de encuentro entre uno mismo y los demás. También es un saber afrontar los permanentes cambios que nos acontecen. La felicidad da paz interior y hace amable la vida. Requiere gratitud hacia los demás; buen trato y comprensión hacia los otros; atención a la cultura: el arte, el teatro, el cine, la música, la práctica del deporte... La generosidad en las relaciones en nuestra comunidad nos hace sentirnos mejores. Fomentar la amistad, los intercambios como videollamadas, las interacciones sociales, nos ayudará a salir con felicidad de esta crisis. La pandemia nos tiene que ayudar a enfocar nuestra vida; vivir con coherencia, desprendernos de resentimientos; saber escucharnos también a nosotros mismos; despreocuparnos de cosas y situaciones que están por encima de nuestras posibilidades; o amar lo que hemos decidido ser. Shakespeare ya nos avisaba: “Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala. Sé feliz y sonríe siempre”.

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