¿Falta alguien más?

20 abr 2016 / 17:00 H.

Los corruptos, defraudadores, prevaricadores y chorizos en general deberían salir ya todos de una vez. Cansa levantarse cada día y lo primero que se hace es darte de morros con la noticia de un nuevo caso de mangancia sea de una u otra especialidad, porque los pícaros se conocen todos los trucos. Ya está bien de aguantar todos los días la misma película, con idéntico argumento, pero con protagonistas diferentes, en su mayoría, afines en la política. Porque cada día se ve más claro que en política casi todos los partidos son afines en la idea de aprovechar las circunstancias para enriquecerse.

¿No podrían tener un arranque de valor y conciencia y ponerse de acuerdo para salir todos a la vez a la luz pública? Después de todo, contando los que ya han sido descubiertos no creo que queden muchos más.

¡Cómo han cambiado las cosas con los años! De cuando yo era un chiquillo no recuerdo a más blanqueadores que a los hermanos Zamora, que eran muy populares, y a uno que era cojo y creo que se llamaba Brígido. Ellos se encargaban de blanquear las casas con toda honestidad. Hoy, cuando se habla de blanqueo, nadie piensa en que lo que se va a blanquear es la fachada de la casa, sino los sacos de billetes. Y los blanqueadores de hoy no son trabajadores humildes y honestos como los de mi niñez, sino grandes personajes cubiertos de honores de guardarropía cegados por la avaricia y la ambición.

La gente corriente, la que está pasándolas canutas, no entiende a esta horda de desalmados que lo tienen todo y ansían tener mucho más. En las listas de defraudadores hay más nombres que en la guía telefónica de Madrid. La diferencia es que en estas listas no figura el número de teléfono sino el de los millones que han escondido.

Lo más triste es que estas listas no están cerradas. Cada día se añaden más nombres, aunque la falta sea distinta, pero igualmente perjudicial para el bienestar de España. El alcalde de Granada, los dirigentes de Manos Limpias y, lo que más duele, el propio José María Aznar, tan circunspecto él, tan serio él, tan ejemplar él y con tanto reparto de moralina en sus espaldas él, también parece que ha caído en la tentación.

Comparado con las millonadas que se manejan en esas listas de blanqueadores, una bagatela. Pero suficiente para manchar una trayectoria.