Falsa realidad

Hemos capturado y compartido, a través de las redes sociales, todos esos instantes que, durante todo un verano, nos hacen sentir bien: un amanecer en la caminata mañanera o una puesta de sol desde la orilla de la playa, el vino compartido con amigos o ese pescado que sabe a gloria en el chiringuito pisando la arena, noches de conversaciones en terrazas hasta ser los últimos en irnos del bar, las luces de las verbenas populares que envuelven reencuentros y miles de situaciones que nos hacen vibrar y que nos impulsan de nuevo a la rutina diaria. Queremos inmortalizar todas nuestras pequeñas realidades, dejar constancia de lo vivido y de lo disfrutado, como quien subraya las palabras para llevarlas siempre con él; sin embargo, podemos caer en el peligro de mostrar una realidad que no es ni la que vivimos ni sentimos dejándonos llevar por las “ilusiones de lo virtual” y, lo que es peor aún, de utilizar las redes para enviar mensajes desafiantes o para conseguir todos esos “me gusta” que alimentan nuestro ego dependiendo, desgraciadamente, de la aprobación de los demás bajo el acecho de los lobos que existen detrás de las sonrisas fingidas viviendo así una triste y falsa realidad.