Falacias en creatividad

    13 feb 2023 / 17:59 H.
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    Los líderes de opinión y los políticos suelen citar la creatividad y la innovación como componentes críticos del éxito para sus proyectos. Pero muchos de ellos en general, no crean ni fomentan entornos en los que pueda florecer la creatividad. ¿Por qué las organizaciones y los partidos políticos tienen tantos problemas para fomentar la creatividad de su gente? La respuesta está en comportamientos sutiles y profundamente arraigados que impiden a las instituciones y a los partidos crear una cultura creativa. Fundamentalmente los que mandan cometen dos errores comunes que frenan la generación de nuevas ideas y suprimen las sugerencias que no coinciden con las suyas: El primer error es el espejismo de la productividad, me explico; con frecuencia asociamos la lentitud en los procesos de toma de decisiones con la destrucción de la innovación. La idea errónea de que la lentitud en la toma de decisiones ahoga la innovación podría llevarnos a pensar que la productividad requiere velocidad. Sin embargo, cuando observamos a los dirigentes que más éxito tienen innovando, encontramos altas dosis de delegación en la toma de decisiones, mucho enfoque en proyectos conectados con la realidad de la calle, poca vanidad en los equipos que innovan y, sobre todo, mucha disciplina y pasión por la productividad.

    Por eso, muchos políticos que mandan, cuando los equipos deben llegar a una decisión “casi definitiva”, deberían retrasar intencionadamente la acción en favor de un tiempo de reflexión sobre el problema y compartir matices. El problema es que, la mayoría de la gente alaba a quienes muestran rapidez mental y deciden con soltura. Se piensa que esos que pululan entorno al líder y que le acompañan todo el tiempo, opinando de casi todo y colaborando en resolver muchos de los problemas del partido o de la organización con celeridad, son los más cualificados. Sin embargo, el hecho de intentar resolver las cosas demasiado deprisa, sobre todo cuando se trata de problemas complejos, es perjudicial para la innovación porque se termina siendo presa de un “cierre prematuro”. Así pues, amigos responsables, cuidado con los solucionadores rápidos de problemas complejos.

    El segundo error es “Brainstorming” para todo. Es decir, cuando un líder piensa que su gente debe participar en generar ideas para resolver una cuestión, piensa en una sesión de brainstorming ideal, en la que lo normal es que hablen un grupo numerosos de personas reunidas participando activamente en un ambiente enérgico y excitante, donde todo vale y la ideas vuelan por todos sitios. Y ocurre que la mayoría de los dirigentes y políticos en activo asocia el éxito a la conceptualización de propuestas en grupo. Tal vez porque parece que está de moda, aunque sorprendentemente, eso no es cierto. El brainstorming en grupo pareciera más productivo, no por el número de ideas que se producen, sino por los efectos sociales. La conexión social que experimentamos unos con otros durante este tipo de sesiones nos hace sentir más felices y confundimos eso con productividad. En la práctica, el brainstorming individual, donde cada cual piensa de forma independiente antes de compartir sus ideas, supera sistemáticamente al brainstorming tradicional en grupo.

    La generación de ideas en grupo puede verse limitada debido a la presión por producir, al miedo a ser juzgado negativamente por los demás o a la falta de seguridad psicológica. Para promover ideas más creativas, nuestros líderes deberían utilizar herramientas sencillas para captar las ideas individuales antes de abrirlas a todo el grupo. Confiar en los que realmente valen y dejarse de comedores de orejas. La creatividad y la innovación contribuyen de manera fundamental al éxito de cualquier partido u organización. Los líderes que piensan con una cultura centrada en la innovación son mucho más interesantes. Poner en marcha iniciativas que fomentan la creatividad y la innovación supone evitar conscientemente estos errores anteriormente descritos. Esta labor exige un compromiso claro y coherente con un estilo de liderazgo integrador, una estructura de partido meditada y por supuesto, rodearse de los mejores.

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