“Fake-Woke”

    17 ago 2024 / 08:46 H.
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    Ay, señor, señor... estos extranjerismos! Nos pillan descuidados y ¡zas! palabro que te introducen en las meninges con ferocidad amplificada por los medios, las redes y el boca a boca, que deja de ser un sistema para revivir al ahogado para convertirse en modo de transmisión de lo fake y lo woke. Ahí las tenemos. Dos estrellas de los informativos, de los editoriales, de los podcasts, de las tertulias y del “amén” de la verdad oficial. Lo woke y lo fake se enseñorean de nuestro lenguaje, de nuestra visión de una realidad de la que hemos aprendido a desconfiar precisamente por estar envuelta en estos conceptos que nos despistan, enloquecen o manipulan. Lo de fake lo tenemos algo más controlado. Estamos ante algo “más falso que Judas” o una muestra del enfangamiento en el que los unos sitúan a los otros. Lo woke ya es más difícil de asentar en nuestra neurona vigilante. Dicen aquellos que todo lo dominan que lo woke tiene que ver con el progresismo, lo identitario, lo radical e ideológicamente anclado en la izquierda extrema. Así que, en el fondo, tanto lo woke como lo fake deben ser formas distintas de “ver” un mismo punto. Todo va a depender de aquel poético color del cristal con que se mira. Señor, píllanos “confesaos”.

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