Extraterrestres

    05 oct 2023 / 09:02 H.
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    Pues claro que hay vida en el espacio exterior... ¿O no? La interrogante es tan antigua como la propia Humanidad. Lo que pasa es que el enigma es zonal y cíclico para nosotros, los terrícolas. Unas veces aquí, otras allá, otras más en el acullá. Ahora, o hace décadas, o siglos. Recuerdo, hace ya unos sesenta años, que escribí en este mismo diario una croniquilla titulada “Vivir pendiente del cielo”, o algo así. Informaba que algunos campesinos habían visto resplandores celestes durante el atardecer. Y como había sequía, atribuí la mirada ingenua de aquellos labradores a los deseos fervientes de una lluvia remediadora. Pero he aquí que en nuestro diario alguien pensó que la noticia tenía más atractivo e interés cambiando la titular. Así, apareció en grandes epígrafes “Un ovni en Alcalá la Real”. Durante varios días me llamaron de la radio, de la televisión, de varios periódicos... y algún que otro curiosón.

    Inevitablemente imaginamos cómo serán estos seres del exterior. Algunos se los figuran radiantes y bellísimos, otros horripilantes y desconcertantes, gigantes o enanos. Piensan otros, con cierta razón, que si ellos han venido, estarán más avanzados que nosotros, y que, acaso, tengan remedios a nuestras enfermedades y penurias. Pero los pesimistas consideran que vendrán o están porque en sus planetas se han agotado las fuentes de la supervivencia. Hay ya tantas opiniones como películas, relatos, ilustraciones... frutos, todos ellos, de la fantasía.

    Como ejemplo más simpático, rememoro, igualmente, una canción de los sesenta del pasado siglo, que interpretaba Billy Cafaro. Se titulaba “Marcianita”. Entre los rasgos aventurados de los habitantes femeninos de Marte, se nos decía: “Blanca o negra, espigada, pequeña, gordita, delgada serás, mi amor...”. Daba igual, pero sí era importante aquel deseo solapado de sus cualidades: “Quiero una chica de Marte que sea sincera, que no se pinte, ni fume, ni sepa siquiera lo que es rock and roll...”. ¡Toma ya! Y para rematar, una declaración de amor, cargada de esperanza: “En los años setenta seremos felices los dos...”. El esperpento hay que juzgarlo en aquellos años, aunque la misteriosa incógnita permanece. Debemos dejar funcionando la imaginación, que es más agradable que los mejicanos “maussanitas” de don Jaime.

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