Explicar lo mismo

    13 mar 2022 / 16:00 H.
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    Que a estas alturas de la vida sigamos teniendo que explicar el porqué del 8M, es motivo más que suficiente para tirarnos a las calles y gritar por la igualdad real. Que en este episodio de la vida tengamos que seguir defendiéndonos de agresiones gratuitas, es motivo más que suficiente para gritar al mundo que yo soy mujer, que tengo los mismos derechos que el hombre, y que no por ello quiero destruir al hombre. Que es que ya cansa la cantinela de que el feminismo quiere cargarse a todo lo que no es mujer. Si desde los tiempos más remotos las mujeres hemos sido relegadas a los cuidados, porque fuimos quienes pintaban las paredes, fuimos las que cocinaban, fuimos las que paríamos, fuimos las que cosimos los bajos de los pantalones e hicimos mil cuentas para que en nuestras casas el pan llegase a todos... Y fuimos relegadas a un segundo plano, porque triunfaron los pintores, los cocineros, los modistos, los economistas... Y todo porque parimos y se nos supone que somos cuidadoras natas... Así que, ya veis, ninguneadas desde que el mundo es mundo y no hemos avanzado cuando hay que explicar por qué quiero o no quiero ser madre, por qué quiero o no me apetece maquillarme, por qué no sé cocinar... por qué... Y es que seguimos, quizás sin darnos cuenta, cayendo en estereotipos y seguimos permitiendo que la sociedad manipule a nuestra descendencia para hacerla Barbie o futbolero... porque la vida es así, azul o rosa. Porque tú te encargas de que la criatura que pariste sea una persona que crea y luche por la igualdad real, por ver a todas las personas iguales, en derechos, en deberes, en oportunidades... y llega la sociedad y ¡zas!, se carga de un plumazo tu crianza feminista. Y digo la sociedad por no concretar en el cine, en las series, en la publicidad, en los escaparates de cualquier comercio, en libros de lectura que no leemos y se los damos a leer a ellos y ellas porque les entretienen y no vemos la cantidad de micromachismos y macromachismos que cargan sus páginas. Y no hablemos de esos “cuñaos” que a golpe de pecho y orgullo te miran a la cara y te dicen que para qué el 8M, que queremos cortar penes y que cuarenta mil estupideces más. Ya está bien. Las mujeres no podemos ni queremos seguir viviendo cuestionadas constantemente por nuestros actos de lucha, no podemos ser tachadas de locas si visualizamos techos que nos impiden avanzar al mismo ritmo que a los hombres. Las mujeres no somos el sexo débil, que ya me gustaría ver a mí a un “cuñao” pariendo, o explicando continuamente por qué ha decidido no parir nunca. Las mujeres somos personas y, a ver si se os mete en la cabeza, nos da igual el rosa o las uñas largas, los tacones o las faldas; que cada una haga lo que le dé la gana, pero que lo haga porque libremente lo quiere hacer y no porque el heteropatriarcado le marque el ritmo de sus pasos.

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