Excusas

Todos queremos ser felices y continuamente nos ponemos metas para lograrlo, olvidando que la felicidad puede estar en el momento presente. Por nuestra mente pasean pensamientos del tipo: “Seré feliz... cuando consiga poner en marcha este proyecto, cuando encuentre pareja o cuando logre la financiación que necesito.” Sin embargo, todas estas condiciones impiden que seamos felices en este preciso instante y con las circunstancias actuales.

Es cierto que demasiadas personas viven situaciones extremas en las que resulta muy complejo aplicar esta visión de la felicidad. Pero es que algunos de ellos son incluso más felices que cualquiera de nosotros, a pesar de que su vida se desarrolla en entornos infinitamente más desfavorecidos.

Esforcémonos por fomentar ese estado de felicidad en nosotros mismos, pero, por supuesto, sin renunciar a nuestras ilusiones y sin dejar de trabajar por alcanzarlas. No se trata de conformarse, pero sí de fijarnos en todo lo que tenemos para ser felices y no en lo que nos falta, porque de este modo siempre habrá algo que nos impida serlo.

Preferimos vivir en la queja. Nos lamentamos por lo que aún no hemos conseguido o por la vida tan rutinaria que llevamos, una vida que aseguramos no haber elegido y que nos hace sentir infelices. En el fondo somos adictos a esas rutinas y nos resulta complicado desprendernos de ellas. El simple hecho de imaginarlo ya genera en nosotros emociones de todo tipo, entre ellas, el miedo (tan desagradable como necesario).

Es más, somos expertos en “ponernos en lo peor” y sufrir por cuestiones que no han sucedido y a buen seguro ni sucederán, pero a pesar de ello sufrimos.

Dejemos a un lado las excusas y condiciones para ser felices, las quejas y el miedo, y escapemos de nuestras rutinas, si realmente queremos hacerlo. Esforcémonos por trabajar desde un estado positivo en conseguir nuestros sueños, disfrutando plenamente de todo el proceso de emprendimiento. No esperes a que tu proyecto sea un éxito para ser feliz.