Eterna Jándula

    13 feb 2025 / 09:03 H.
    Ver comentarios

    Odisto iba a tener un hijo. Con cada parto, en Jándula, un aire solano sacudía con furia los árboles...” y aquel eterno Macondo de García Márquez, aquella aldea de casas de barro y su coronel Buendía me asaltan. Leo las dedicatorias que el autor dirige a sus familiares, de Quesada, su Jándula, y subrayo: “su tatarabuela alejaba a sus nietos para no contagiarles la vejez”. Voy comprendiendo por qué se habla tanto de una saga y de una península de casas vacías. Escucho a David Uclés charlar con la periodista Berna G. Harbour y mi admiración aumenta. Un joven traductor ubetense, con boina y camisa de cuadros, que amenizaba las calles de París con su acordeón, cuenta, bajo el Guernica, que tanto Picasso como Zabaleta han inspirado su novela logrando narrar la Guerra Civil de forma surrealista bajo el halo del realismo mágico. Quince años de investigación gestando unas magistrales páginas en las que el bando nacional y el republicano se mezclan con la historia de la deshumanización de un pueblo y de la desaparición de una estirpe porque nunca más nacería un Ardolento. El humor como herramienta y el dolor como realidad nos llevan a la caducidad del ser humano pero Jándula ya es eterna.

    Articulistas