Estampa andaluza y proclamas

19 nov 2016 / 11:14 H.

Escribo esta columna desde una esquina del bar donde, después de echar la siesta sobre la confortable barra, suelo escribir en servilletas siempre que el equilibrio del taburete y el mío propio me lo permiten. La dificultad de ordenar las letras no es tarea sencilla para un “prácticamente” analfabeto andaluz, pero como no tengo cosa mejor que hacer, y con permiso de Ana Mato, junto palabras de tarde en tarde. Algunos días me acompaña un logopeda que me da clases particulares para hacerme entender más allá de Despeñaperros, pero no percibo avances significativos, quizá sea porque él también es de esta tierra fronteriza y sin dios. “Será el asento mi arma”, me dice. Hice caso a Durán Lleida y domicilié directamente el PER aquí en la cantina, para evitarme el relente de estos días. Si se puede teletrabajar desde casa, por qué no dar un paso más y buscarlo desde aquí que, al menos, te ponen “manises” y aceitunas. Es una versión avanzada y nuestra del “cooworking”, del trabajo en cooperación. A veces me entran ganas de trabajar más, pero me desanimo, porque la cosa está tan mal que hasta Cayetano Martínez de Irujo está de tertuliano en la tele. Ya ni las rentas dan para vivir dignamente. Gracias a Cristina Cifuentes y a mis primos de Madrid, además, tengo buena educación y una salud de hierro. El otro día, entre fino y fino, ideamos hacer un “mannequin challenge”, eso de quedarse quietecicos. Lo haríamos en las puertas del Inem, que es más natural, y así saldríamos en los informativos nacionales. Estas noticias con enjundia tienen mucho tirón. Al final, nadie se ofreció voluntario para grabarlo y lo hemos ido dejando.

A este paso el sindicalista y exconcejal jiennense Andrés Bódalo va a estar más presente en el Congreso, aunque sea en espíritu, que muchos diputados activos. No es la primera vez que Bódalo, como hombre lema, como símbolo, entra al hemiciclo. Diego Cañamero, en su primer jornal en el Congreso, ya lució la camiseta en recuerdo del compañero que le “cedió” el puesto en la candidatura de Podemos por Jaén y que sigue encarcelado. Esta semana Unidos Podemos, Esquerra y Bildu pidieron en conjunto la libertad del sindicalista. Quienes reducen la cuestión a que está en la cárcel por su lucha sindical tienen una buena proclama, un lema para una pintada, pero niegan la mayor: Una agresión al teniente de alcalde socialista de Jódar y la reincidencia en utilizar a las bravas la lucha sindical son las que le quitan el acta de concejal y lo condenan a la cárcel. El puño en alto solo para los mítines. Que en la misma fotografía, los diputados de Bildu muestren carteles de apoyo a los detenidos por la agresión que sufrieron unos guardias civiles y sus parejas en Alsasua (Navarra) dice mucho de la penosa fabricación de ídolos de barro que depara la “política callejera”. Por más que se empeñe Teresa Rodríguez, no leo a Miguel Hernández glosando “estas hazañas”, aunque su lucha le recuerde otros momentos históricos. Íñigo Errejón, en esta ocasión, fue disciplinado y también tomó el cartel de apoyo a Bódalo. Quizá se pregunte qué quiere ser de mayor, o qué está haciendo con su carrera política en un partido en el que, de momento, solo hay un discurso “ganador”.

El alcalde de Jaén, Javier Márquez, participó esta semana en una peculiar y variopinta cumbre de alcaldes en Israel como único mandatario español invitado al Congreso Judío Norteamericano. Tras pisar la tierra prometida y codearse con el siempre influyente “lobby” judío queda por ver si rascó algo de maná en forma de congreso, empresas o lo que se tercie que no estamos para elegir.