España se corrompe

Antes de que la covid nos pusiera mirándonos a los ojos con la boca tapada y el corazón latiendo de incertidumbre, ya habían bautizado al gobierno como ilegítimo y antipatriota. Del lado del virus y la bronca se postularon los tres partidos de ultraderecha, incluso el ex presidente González y sus compinches del GAL y los ERE se unieron al acoso y derribo de Sánchez. Con la tarea de vacunación a medio hacer y recuperando el pulso de la economía gracias a la UE, vuelve a entrar en combate el caso catalán-español. Un problema, más de dinero que territorial y que tiene su origen en la negativa del PP al Estatut aprobado por las Cortes Generales y refrendado por el pueblo catalán en 2006. Básicamente venía a poner en Cataluña el concierto económico que hoy en día gozan las comunidades de Madrid, Navarra y País Vasco. Luego, con Rajoy gobernando España y la urgente necesidad de ocultar las constantes corruptelas que su partido lleva décadas abonando, raptaron al poder judicial y junto a los desencantados independentistas, parieron el monstruo de una ruptura tan imposible como la ilusión de una España única sin sus enriquecedoras particularidades.