España en llamas

Para acrecentar la problemática social y económica en que estamos inmersos, este verano han llegado los incendios. Hemos visto imágenes conmovedoras de gentes que han visto destruido su escaso patrimonio familiar a causa de las llamas. Unas llamas ya previstas y, en muchos casos, provocadas.

Se habla mucho de ecología y de cambio climático desde confortables despachos creados a propósito para esa misión ideológica y propagandística. Pero nos olvidamos de que los verdaderos ecologistas deben ser los que conocen y trabajan el campo. Mal comunicadas, sobrepasadas por los avances tecnológicos, las gentes del campo sufren avalanchas de leyes y decretos sancionadores que arruinan sus tradicionales modos de vida.

El abandono del medio rural pocos dudan que es la principal causa de la gran voracidad de los nuevos incendios. Donde antes había muchas gentes y cultivos hoy hay maleza y soledad. Está en decadencia la gente que trabaja de verdad, la que se esfuerza, la que siembra, la que recolecta, la que sirve con su sudor a los demás. La que trabajaba montes y prevenía incendios catastróficos. Hoy la España rural, la que con tantos esfuerzos laboraron nuestros ancestros, sigue siendo la más olvidada y la más “quemada”. ¡No la destruyamos más ni la dejemos morir!