Esos jóvenes de acero y lodo

    21 nov 2024 / 08:59 H.
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    Los hemos visto cargando palas, cubos y rastrillos, repartiendo alimentos y productos para recobrar la dignidad humana; los hemos contemplado emocionados ante la catástrofe pero fuertes ante tanto sufrimiento. Los hemos admirado impregnados de barro y también de lágrimas desde nuestro sillón de casa pensando en su valentía y en su arrojo sin distinción de razas ni de ideologías. Y, abandonando por unos días clases y apuntes, los hemos observado atravesando puentes y llenándolos de esperanza como si de un inmenso llanto se tratara. Me quedo con ellos, con esos jóvenes que se calzan sus botas y se ensucian las manos de barro para socorrer, sostener y alentar a los más vulnerables; con los que tan sólo se cubren la cara para protegerse y proteger, con los que no huyen ante la tragedia. Y no, no me quedo con esos otros que, encapuchados y enmascarados, ensucian sus manos de vandalismo y desvergüenza, que corren tras las esquinas aplaudiendo a sus “héroes”. No, no me quedo con esos “Machos Alfa” que echan de la vida al otro, simplemente, por ser “maricón” como así lo llaman. No, mi grito es para quedarme con ese corazón de voluntario forjado de acero y lodo que tanto nos ha hablado.

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