Escuelas sin cambios

Iniciamos temporada nueva, principios de curso, otro septiembre más. Porque, al fin y al cabo, para quienes tenemos descendencia en edades escolares los años empiezan en septiembre. Y volvemos a la misma historia de siempre. Demasiados niños y niñas por aula, docentes saturados de burocracia, las obras (si con suerte las ha habido en algún centro escolar público) están sin acabar, faltan docentes por llamar, leyes nuevas que no sabemos si durarán hasta final de curso o se cambiarán el mes que viene o tras Navidad, la wifi corporativa no llega ni a pedales... Vamos, lo de siempre, que no cambia nada, que seguimos dando la espalda a la Educación Pública como si de ella no dependiera el futuro de tantas y tantas generaciones. Pero parece que no importa porque el alumnado y el profesorado sabrán suplir la falta de recursos y tragarse apurar horas de donde se pueda para rellenar papelicos. Da igual, es pública, no tiene valor, morirá a la misma vez que el resto de los servicios públicos bajo la atenta mirada de los que se apoderan de la bandera y con el pasotismo de una sociedad que no se inmuta por nada. Porque así somos los españoles y las españolas, nos llenamos la boca de quejas, pero nos quedamos en la tertulia del bar. ¿Qué más da que nuestros hijos e hijas no despierten su espíritu crítico? Siempre hará falta mano de obra hiperbarata y analfabeta.