Escuchar activamente

08 feb 2022 / 16:26 H.
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Una tenue luz ilumina el escenario. De la penumbra aparecen dos personas, se sientan frente a frente, pero no se miran. Se comunican con frases incompletas. Resulta difícil comprender que dicen. Cada personaje expresa una idea que nada tiene que ver con la del otro. No se escuchan, solo responden sin sentido. Se sienten incómodos, no saben de qué hablar. En un momento del discurso coinciden en un tema respondiendo con sentido y la actriz dice: “A veces hablar sirve para algo”. La situación actual no tiene soluciones simples, pero tampoco podemos aislarnos y desesperarnos por su complejidad. “El otro día oí una conversación”, decía la actriz cada vez que no sabía cómo seguir el diálogo y cambiaba de tema. Este es el grave problema actual. El objeto del parlamento es dialogar, discutir y mejorar la gobernanza buscando reconocer la pluralidad, no un campo de batalla en el que vencer, sea como sea, donde todo vale. Los diputados no son conscientes de que no están respondiendo al mandato, trabajan para la ciudadanía, no para los fines exclusivos de ostentar u obtener el poder para su partido. Se trata de concertar, acordar y dialogar. Para ello hay que escuchar estudiar y leer las propuestas. Difícilmente pueden escuchar si a la vez están respondiendo buscando ahogar la palabra de la otra persona. No se puede mejorar una norma, si antes de leerla ya manifiestan el desacuerdo. El problema de nuestra democracia está en el modo de entender las relaciones entre partidos. Simplifican la realidad compleja creyendo que en exclusiva lo pueden solucionar todo y que la ciudadanía lo que quiere es lo simple porque no la comprenden. Las coaliciones y acuerdos en el gobierno de España deben entenderse como el modo natural de abordar la complejidad. Es el resultado de la madurez democrática necesaria en la realidad compleja, al igual que el resto de Europa. En Alemania no hay problema en tener gobiernos formados por partidos de derecha moderada junto a socialdemócratas y verdes con acuerdos en el centro político. Esto no es nuevo, lleva años ejecutándose a nivel autonómico con partidos de distintas tendencias. La actriz termina mirando la cara del compañero de escena diciendo: “¿y tú cómo te encuentras?”. En ningún momento han logrado hablar de sus sentimientos. Este final ilustra la bronca y el modo de relacionarse que tienen los partidos políticos, cuyo interés es incidir en la ciudadanía para que adopten su discurso como consigna de relación entre personas. A nivel de calle a la ciudadanía no le interesa los beneficios particulares de los partidos por ostentar el poder. La ciudadanía está en las necesidades del día a día. Implica relacionarse entendiendo que convivir supone la vida del otro. Prueba de ello es la capacidad de acuerdo de empresarios y sindicatos. ¿Cómo se explica el desinterés de la ciudadanía por los partidos políticos? “Hay un claro desajuste entre la competencia real de la gente y las expectativas de competencia política que se dirigen a la ciudadanía en una sociedad democrática”. Aclara D. Innerarity. De momento, en nuestra democracia estamos aún en la adolescencia, con conflictos propios de relación entre partidos cuando no consiguen ser centro de atención. Esperemos que sus dirigentes lleguen en breve a la primera madurez. No hay nada más agotador que la adolescencia a destiempo. Es desánimo democrático.

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