Érase una vez una gran Feria

Expoliva 2017 se cierra a lo grande con una honda satisfacción de quienes la han hecho posible, los expositores y quienes la han visitado, olivareros de medio mundo >> Un sobresaliente para la organización >> Ya hay que pensar en todo lo que falta

14 may 2017 / 11:02 H.

Hemos dicho adiós a Expoliva y aún disfrutamos del éxito de Jaén, que todo lo que pase de bueno en esta tierra, tan escaso desde tiempo inmemorial, es para enmarcarlo. Por eso subrayamos la edición de 2017 de la Feria Internacional del Aceite de Oliva e Industrias Afines como la mejor jamás conocida. Se nota que el aceite supera los cuatro euros y la alegría de empresarios y visitantes, de olivareros y todo lo que mueve, ha sido tan palpable como contagiosa. Jaén y su espada de Damocles, el olivar y el aceite de oliva, para nada controlado ni en nuestras manos, pero qué honda satisfacción que seamos capaces de organizar algo tan grande como Expoliva, gente de aquí en pos de un bien común, nuestra imagen exterior; profesionales de todos los sectores que durante cuatro días han sacado lo mejor de ellos mismos para que Jaén luzca guapa.

La historia del autobús que a diario ha llevado y ha traído a 60 trabajadores desde su pueblo, Cabra del Santo Cristo, para prestar servicio a los miles de visitantes de cada jornada es la metáfora ejemplarizante del quiero y puedo en versión jaenera. No es pequeño el montaje por mucho que se quiera simplificar, de la misma forma que tampoco salen por designios de la divina providencia. Ensalzo lo interno, lo que no se ve y lo que siempre se critica por un pequeño desliz elevado a la máxima potencia del drama y el error, así somos de complicados a veces en el Santo Reino, casi siempre. Y lo ensalzo porque la organización se merece un sobresaliente y nuestros olivareros una excusa menos para seguir innovando y apostando por la calidad y la comercialización. Tanto hablamos a menudo de las rémoras de nuestra economía y los débitos ancestrales de por qué somos tanto en el aceite de oliva y tan poco en su gestión mundial, que como asignatura eternamente pendiente, lo de Expoliva 2017 añade esa brizna de ciudad moderna y provincia enamorada de lo suyo que tanto bien hace a las sociedades, una bandera de orgullo y satisfacción. Cuando las cosas salen bien, las medallas las quieren muchos, vayan a quienes se lo merecen, que son pocos.