Érase una vez... el equilibrio

    08 mar 2023 / 18:35 H.
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    Me contaba un vejete zumbón que, hacía poco más de un siglo, en Alcalá la Real, se anunció a bombo y platillo la llegada de un funámbulo que estaba dispuesto a cruzar el casco urbano, desde las Cruces a la Mota, sobre un poderoso cable bien asido a los extremos. La expectante noticia corrió de boca en boca llegando, incluso, a otras localidades de la comarca. Pero cuando el acróbata se personó para comprobar en directo el escenario de su ambiciosa pretensión, se vino abajo al comprobar la altura y longitud del reto. Y para no desengañar demasiado al personal, cambió el proyecto por otro más facilón: cruzar sobre un cable la calle principal, conocida como el Llanillo, de acera a acera, que son unos doce metros, más o menos. Para todos los que le imprecaron tuvo la misma respuesta: “Es que lo del equilibrio no es tan fácil”.

    Y así es. A lo largo de la vida nos hallamos en parecidas circunstancias. Lo de guardar el equilibrio es a veces denostado, al valuarse como un acto de cobardía, de indecisión, de quedar bien con unos y con otros. Pero también podría decirse que es una actuación de inteligencia, de cordura, de equilibrio, de madurez, de respeto hacia los demás. Algunos se empeñan en que sólo hay blanco o negro, alto o bajo, de este lado o del otro, pero se olvidan que hay grises, medianos, centristas... Los primeros encajan con el radicalismo, los segundos con lo relativo. Se cree, igualmente, que ambas posturas tienen mucho que ver con la edad: no es lo mismo tal o cual circunstancia, en plena juventud, que cuando las canas se apoderan de las cabezas. La pasión de los pocos años se contrarresta con la mesura y no es que sea lo mismo ocho que ochenta, sino que la experiencia te ofrece en bandeja lo equitativo y razonable. Habría que educar más en la tolerancia. No todos somos iguales, ni reaccionamos en la misma forma ante los acontecimientos, ante lo decisivo. El respeto entre unos y otros, entre países y culturas, entre los miembros de la misma institución, es la mejor forma de guardar el equilibrio.

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