Equidad fiscal
La verdad es que no sabía por qué tema decantarme a la hora de escribir este artículo. Eran muchas las cosas que revoloteaban por mi cabeza y no sabía siquiera por dónde empezar. Algunas son estimulantes, pero la mayoría me conducen a un relato político y bélico que debería de controlarse o la economía libre de mercado se irá, junto con las democracias, al mundo de los disparates donde nada funciona y menos un cambio sociológico que está hundiendo las esperanzas de muchos jóvenes que van a vivir peor que sus padres y, aun- que no se fían, confían en que su nivel de vida mejore. El relato de la extensa clase media se ha vuelto preocupante porque sus ingresos medios están muy lejos de la media nacional. La desigualdad de la clase baja y clase media dista mucho de la clase alta que maneja unos criterios de reparto que siempre les favorecerá. Porque hay factores como la escalada del precio de los alquileres que afecta a jóvenes y mayores que no tienen ahorros y pierden poder adquisitivo cada año, apenas pueden vivir de alquiler y además ven cómo la subida de los precios en general, no hace sino aumentar su agonía frente a unas rentas desbocadas. De la vivienda, ninguna medida parece apaciguar los precios y la consecuencia es un alquiler deshumanizado que beneficia a los grandes arrendadores. Es difícil hacer frente al pago del alquiler en solitario sin hacer un gran sacrificio, espero que los poderes públicos fomenten la vivienda asequible en alquiler y la oferta se ajuste al aumento de la demanda. Entretanto, muchas personas que lo necesitan nunca podrán acceder a la compra ni al alquiler de una vivienda por su incapacidad de sobrevivir en un mundo donde metafóricamente hablando: “Humanos cazan a humanos”. Desde aquí, hago una llamada a regular los precios y las cláusulas abusivas que aplican quienes burlan las normas sobre edificaciones habitables, dignas y adecuadas para vivir.
Hablo de la lucha que existe por controlar a la opinión pública a través de las redes sociales y del impacto que ejerce en la sociedad. Se han dirimido batallas legales y financieras por hacerse con el control de medios a los que le han seguido despidos masivos y la toma de malas decisiones difíciles de entender y que nunca estarán a la altura de lo que se merece la sociedad. Hablo de empresas enfermas que cuentan con una gran cantidad de trabajadores que tienen problemas de salud, están afectados por trastornos psicológicos que afectan sobre todo a trabajadores mayores y a colectivos jóvenes con escasos salarios que padecen el “burnout” o síndrome del quemado. Hay jóvenes que empiezan a renunciar a esos niveles de estrés o presión por trabajar muchas horas no remuneradas. Solo creo en los trabajadores valorados y reconocidos. Hablo de los PGE que se nutren preferentemente del IRPF y ya va siendo hora de gravar a grandes empresas con sedes en otros países y a millonarios ultrarricos que pagan menos impuestos en proporción a sus empleados y a los trabajadores de clase media. La equidad fiscal sustenta la democracia y garantiza el funcionamiento de los servicios públicos y, últimamente, ayuda combatir la crisis climática que está desestabilizando muchos hábitats naturales. Es responsabilidad de los gobiernos hacer que los ricos contribuyan con los impuestos que realmente les corresponde pagar. Resolver este problema crucial es una cuestión de equidad fiscal.