Entre varias aguas

    24 nov 2019 / 11:49 H.
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    Obvio que no se puede estar en política sin mentir. En la mayoría de los casos porque hay que negociar intereses y en muchos otros casos porque pasan por delante del político informes que no permiten que se pueda opinar razonadamente. Además, el político vive entre varias aguas que requieren no decir la verdad, ni acaso lo que se piensa, sino lo que
    políticamente es correcto. La política, además, es concebida desde dentro, pero también como ideología, como una profesión privilegiada y noble, tendiendo a ser más conservadora que otra cosa y, en consecuencia, a esconder los hechos detrás de las ideas. Los políticos nos han acostumbrado, fundamentalmente los del PP, a que la mentira no se castigue ni en las urnas, ni en petición de responsabilidades, y que sus compromisos se antepongan a sus obligaciones. Pero por encima de todo, y esto es clave: que la política se ha convertido en un espectáculo donde se puede decir lo que se quiera, hacer lo que se plazca, siempre, que se llenen los informativos de afirmaciones partidistas. Y el ejemplo más obvio de esto se llama VOX, que nadie aún ha tenido el valor de decirles la única verdad posible: que son la mentira institucionalizada.

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