Entre la dignidad y caer en la miseria

    19 jun 2020 / 17:00 H.
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    Imagina que un día te levantas, vas al trabajo y te dicen que estás despedido. Solo te habían dado de alta a media jornada, aunque trabajabas más de diez horas diarias, así que apenas te queda desempleo. Tienes dos hijos, la mayor ha empezado la Universidad, el pequeño está terminando la ESO, y no para de crecer. Tu mujer lleva en el paro más de un año, como era empleada del hogar ni siquiera tiene derecho al subsidio. El alquiler del piso se llevaba un tercio de tu sueldo, ahora supondrá más de la mitad de la prestación. Menos mal que a la niña le concedieron una beca y que la vecina del tercero te da la ropa de su hijo para el menor. Aún así, te costaba un mundo llegar a final de mes, son tantos los gastos: comida, luz, agua, teléfono,... ¿Cómo lo harás ahora? Hoy has oído hablar y has leído lo del ingreso mínimo vital, nunca has ido a los servicios sociales porque no te gusta recurrir a las ayudas, prefieres trabajar, alimentar a tu familia con tu esfuerzo, pero ahora, con la crisis de la covid-19, el restaurante donde trabajabas no necesita a todo el personal. Lo que algunos llaman despectivamente “la paguita” puede ser para muchos la diferencia entre vivir dignamente o caer en la absoluta miseria.

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