Enfermos, seguro
Seguramente todos se acuerdan del cuento de “Caperucita y el lobo”. Ahora mismo en este país nuestro pasa que hemos puesto al lobo, a los lobos, a dirigir los caminos y nos quieren convencer de que es Caperucita la culpable de querer ir a ver a su abuelita. El caso Ábalos y amiguetes es un buen ejemplo de ello, Sánchez diciendo que no sabía nada, y los de Feijóo pidiendo que caiga la justicia sobre él, exactamente el mismo día que un destacado miembro de su partido ha sido condenado por corrupción. Es el momento de que reflexionemos sobre lo que está ocurriendo, ya que no hay ni un partido político que no esté “mal” financiado, que no tenga la opacidad por norma o que simplemente sea un nido de ladrones. Los órganos políticos están ocupados por gente que se lo lleva caliente, si no es el alcalde de tal pueblo, es la mujer del presidente o, acaso, el novio de la presidenta. No hay institución que no esté salpicada. Y esto termina sólo de una manera, primero con la desafección política de todos los ciudadanos que pagamos religiosamente a Hacienda y, segundo, en un Estado totalitario que haga de la política un hecho ajeno a la ciudadanía. En definitiva, no sé si es una inflamación o una apendicitis, pero que estamos enfermos eso no lo duda nadie, ni Caperucita.