Enfermería en el entorno rural
Hoy os propongo una historia vocacional, de superación de retos increíbles, de evolución en atención sanitaria rural, de cercanía como ventaja y desafío, pero también de relevo generacional. He entrevistado a Paqui, María Francisca Cañadas Rodríguez, enfermera en el pequeño pueblo de Torres de Albanchez desde 1985. Su historia representa una perspectiva única sobre la vida y los desafíos que conlleva trabajar en la atención sanitaria rural, donde los recursos son limitados, pero el contacto humano es tremendamente cercano. Vivimos en una sociedad en la que las áreas urbanas acaparan la atención en todos los ámbitos de la vida, también en materia de servicios sanitarios, por eso es crucial recordar el papel de profesionales como Paqui que trabajan en comunidades pequeñas y alejadas de los grandes núcleos de población.
Ella dejó su Granada natal para aceptar una oferta laboral en Torres de Albanchez, un cambio radical que implicaba una adaptación no solo laboral, sino personal y cultural. Reconoce que el proceso fue duro al principio, pero el amor a su vocación y sus ganas de trabajar facilitaron su integración. Es cierto que, para muchos profesionales de la salud, trabajar en entornos rurales puede entenderse como un destino incómodo —incluso hoy día— lejos de la especialización que ofrecen los hospitales y con escasez de recursos. Si nos trasladamos a 1985, el aislamiento y la escasez de recursos eran infinitamente mayores. Sin embargo, Paqui descubrió en este pequeño pueblo al amor de su vida, Pedro Antonio, hijo de los panaderos con el que se casó y tuvo tres hijas: Patricia, Estrella y Natalia.
Cuando le pregunto cómo ha influido el hecho de vivir en un entorno rural en la educación y valores que ha transmitido a sus hijas, afirma que no depende del lugar en el que se viva sino de los valores familiares que se tengan. Reconoce que el entorno rural les ha permitido disfrutar de una libertad y un contacto con la naturaleza que en la ciudad hubiera sido impensable, desde la cercanía de las relaciones humanas, donde las niñas podían ir al colegio acompañadas de sus amigos y amigas, hasta disfrutar de juegos en la plaza desde muy pequeñas. Esto contrasta con la velocidad y el anonimato de la vida urbana y nos hace reflexionar sobre las ventajas de una vida más simple, sobre todo a edades tempranas, en un mundo donde lo inmediato y lo efímero parecen gobernarlo todo.
Sus hijas han seguido sus pasos, lo que refleja la pasión con la que Paqui ha vivido su trabajo. Este hecho la enorgullece, pero también la hace reflexionar sobre el motivo que las ha llevado a elegir la profesión de enfermera. ¿Habrá sido por convicción propia o por influencia materna?
La historia de nuestra enfermera es también la historia de cómo la atención sanitaria ha evolucionado en los pueblos pequeños. Desde su llegada hasta la actualidad, los cambios que ha sufrido la sanidad rural han sido abismales y aunque persisten abundantes carencias tanto de material como de personal sanitario, la mejora ha sido clara. Paqui hace una radiografía del sistema sanitario; afirma que sigue padeciendo sobrecarga agravada por la falta de profesionales en las zonas rurales. Este problema, que afecta a la atención primaria de todo el país, es especialmente dramático en contextos rurales, donde la distancia a grandes hospitales marca la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones de urgencia. Situación dolorosa para familiares, pero también para sanitarios que se enfrentan con impotencia a muertes innecesarias.
La tecnología ha aliviado algunos de los problemas, pero la demanda sigue superando la capacidad de respuesta. Esto motiva una sobrecarga del sistema que afecta a personal sanitario y a pacientes, ya que no pueden ser atendidos con la celeridad y atención que merecen.
Paqui es una persona respetada y valorada que se ha ganado la admiración de sus pacientes por su discreción y buen hacer en su trabajo, pero también por su cercanía y mente abierta, comprendiendo las circunstancias de cada paciente sin juzgar a nadie.