Encrucijada

    15 nov 2023 / 09:52 H.
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    La emoción me embarga, como expresaría algún pretencioso de pacotilla al recibir una carta certificada del Ministerio de Hacienda. Pero mi turbación es, si cabe, mucho más compleja y abstrusa, obedeciendo a estímulos nada alentadores. En la actualidad pierdo la brújula constantemente, aquella brújula artesanal que adquirí en Furnieles en los tiempos de Mortadelo y Filemón. Estoy desnortado, no acabo de discernir qué camino tomar ante estas encrucijadas a las que nos vemos sometidos aquellos españoles, que presumo, somos muchos más de los que aparecen en las estadísticas interesadas, sesgadas, y que nos obligan a tomar rutas asfaltadas por poderes y ambiciones que no son los nuestros. Los más, sigo presumiendo, no somos patriotas de rompe y rasga, de banderas tatuadas, ni de himnos efervescentes, como tampoco compartimos ni entendemos el ombliguismo cegador de los nacionalismos. No queremos disputarnos nada a cara o cruz, una disputa estéril que a nadie beneficia. La mayoría de gente que formamos, lo que ha venido en llamarse el pueblo llano, pedimos en puridad y sin temor a perder la vergüenza, que haya una sanidad, educación, de carácter público, eficientes y de calidad, un empleo digno, justamente remunerado, y una justicia ecuánime.

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