En plena ola de frío, con temperaturas extremadamente bajas a las que no estamos acostumbrados por estas tierras, contemplamos bellas imágenes por los pueblos de nuestra provincia. Huelma, Noalejo, Alcalá la Real, Valdepeñas de Jaén, Siles o Santiago-Pontones, son algunos de los lugares en los que poder disfrutar de la nieve durante estos días. Grandes y pequeños construyendo muñecos de nieve o retozando entre el blanco de nuestros paisajes. Temporal que ha ocasionado graves problemas y muchos inconvenientes. Pero también es cierto y digno de aplaudir el trabajo de numerosos efectivos que trabajan sin descanso para recuperar la normalidad por las calles de nuestra geografía más afectadas por este temporal. No menos cierto es que, detrás de estas imágenes idílicas, existe otro tipo de frío que afecta a gran cantidad de ciudadanos que no los vamos a ver en fotografías pero que están ahí reclamando otro tipo calor, el calor humano con el que superar dificultades, obstáculos, enfermedades o situaciones nada agradables. Pienso en quienes han perdido su trabajo, la salud o la esperanza de volver a una vida en la que poder trabajar o encontrar la luz necesaria, el camino correcto que les lleve a disfrutar de todo lo bueno y bonito que nos rodea. Pienso en quienes teniendo recursos que le permiten una vida fácil y cómoda, se ahogan en una pequeña dificultad; en quienes teniendo la vida resuelta no logran encontrar el equilibrio para ser mínimamente felices. Y es entonces cuando tampoco dejo de pensar en quienes, desde su vocación y convencimiento, no descansan y aprovechan cualquier oportunidad para ayudar, animar, señalar caminos, regalar su tiempo y recursos para mitigar dolor, sufrimiento y soledad. El mismo aplauso se merecen todas esas personas que, haga frío o calor, se empeñan en darle calidez al alma de tantos y tantos que sufren y no saben quizás el motivo. En pleno ola de frío no me resisto a destacar la actitud de innumerables personas que ven en su trabajo un servicio, o que se buscan una dedicación para ayudar. Y es entonces cuando la esperanza se hace realidad.
