En peligro de extinción

    09 dic 2024 / 09:10 H.
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    Este país tiene un “defectillo” que le lleva a ser uno de los estados de Europa con menos tradición democrática y también históricamente es el que más dificultades y trabas ha impuesto a cualquier avance tecnológico o social. El exagerado y añejo tradicionalismo católico que tan buenos dividendos les ha proporcionado a los que de siempre han manejado los hilos de este país, les llevó a cerrarles las puertas a los grandes movimientos culturales, intelectuales, científicos e industriales que en los siglos XVIII y XIX tuvieron lugar en varios países europeos. Llegamos tardísimo a la Ilustración y a la Revolución Industrial, y fue tras la aprobación en 1978 de la Constitución cuando pasamos a ser un estado verdaderamente democrático. Antes de aquella fecha cualquier avance había sido arrancado de raíz por la iglesia, el ejército o el monarca o gobernante de turno. A poco menos de un año para convertirse en la que más tiempo lleva vigente, la Constitución española de 1978 atraviesa por uno de sus peores momentos. La desobediencia en su cumplimiento por parte de un poder judicial partidista y unos políticos que ensalzan la dictadura franquista, son los síntomas de su cáncer.



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