En memoria de un amigo

    16 mar 2024 / 09:43 H.
    Ver comentarios

    Don Picoco y Sancho, tuvieron la oportunidad de degustar una cerveza bien acompañada de morcilla lustre con ocasión de su visita a la villa de Teba, donde fueron tras las huellas de un tal Miguel de Cervantes, a la sazón comisario de abastecimiento de las galeras reales, cuyos arrieros comandados por Nicolás Benito, en un exceso de celo y en cumplimiento de la misión que tenían encomendada, rompieron los candados de la puerta de la cilla para confiscar la cebada y el trigo que Cervantes había requerido a las autoridades de la villa. Este hecho que acaeció allá por el año 1592 y otros similares que le enfrentaron al clero, dijo Sancho que quizás tuvo mucho que ver con los problemas que luego hubo de afrontar Cervantes y que al final le llevaron a la cárcel. Pero esa es otra historia que atañe al autor que dio vida a Sancho y al que tanto debe la literatura universal. Continuando con el relato del viaje gastronómico y literario de nuestros amigos Don Picoco de los Cerros y Sancho, seguiremos camino de Ronda y Marbella, ciudades donde transcurre la vida del caballero Don Istán de Nagüeles, personaje de ficción y gran amigo de Don Picoco, cuyas andanzas y conocimientos adquiridos primero en la universidad, luego en el trabajo y siempre en sus bien planificados y provechosos viajes, corresponden a mi buen amigo Álvaro Arenas que es su trasunto real, a cuya memoria dedico hoy este artículo, que nunca hubiera querido tener que escribir.

    Hablemos pues de Don Istán, quien de acuerdo con su natural condición, dice Don Picoco que tiene ganadas todas las batallas que le hacen acreedor al título de caballero anfitrión mayor que con tanta prodigalidad ejerce en la serranía de Ronda y en la ciudad de Marbella. Esa es la primera cualidad que hace inolvidable a este personaje que procura siempre compartir lo mejor que se pueda encontrar en todo lugar y circunstancia, guiado por un único afán que consiste en agradar y agasajar a todo aquel que tiene la suerte de conocerlo. Doy por probado que todo aquel que le haya conocido y tratado estará totalmente de acuerdo con lo que antecede.

    Pero avancemos en su semblanza y encontraremos que su concepto de la amistad y la fidelidad hacia los amigos definen el carácter y la trayectoria de Don Istán, caballero de contados amigos, pero todos muy ciertos. A pesar de ser persona afable y de trato agradable, nunca fue fácil entrar en su círculo íntimo pues era algo tímido y reacio a exponer su vida privada que sólo desvelaba a aquellos en los que de verdad confiaba. Ahora bien, una vez que alguien conseguía romper la coraza del trato formal y la exquisita educación con la que protegía su intimidad, encontraba al amigo entrañable que era.

    Me atreveré a decir que en el trabajo era organizado, riguroso y preciso como ningún otro. Después de una brillante etapa de formación universitaria, recién conseguido el título de ingeniería industrial comenzó su carrera profesional como informático en la que tuve la oportunidad de formar equipo y trabajar con él, conocerle y confiarle responsabilidad en sus primeros proyectos. Ahí comenzó nuestra amistad que hemos mantenido durante el resto de nuestra vida.

    Para mejor comprenderlo resulta también imprescindible resaltar sus cualidades como actor cómico capaz de parodiar, haciendo mofa de cualquier situación por extraña que fuese. Sus chistes inacabables a veces, pero siempre inteligentes y de fina ironía, su arte para imitar personajes con gestos, palabras y tonos, sus calificativos exactos y definitivos procuraban deleite en todas las reuniones. Quizás también tenía sus pequeñas manías, pero de eso procuraba huir tanto como de las avispas a cuya picadura era alérgico. Solía estar en la mejor compañía posible, cerca de buena mesa bien guarnecida de viandas y excelente vino. Quería disfrutar y agotar la vida. De tal manera que al final, como bien dice otro personaje amigo de don Picoco, un tal don Máximo Mostachón de Utrera al que tuve ocasión de presentarle en mis relatos, vivió su vida como una aventura y ya se sabe que de tal aventura nadie sale vivo. Continúa disfrutando amigo Álvaro, para ti el cielo es un maravilloso campo de golf en el que podrás jugar todos los días. Espéranos en el hoyo diecinueve y descansa en paz.

    Articulistas