En Linares y en feria
En estas fechas tan señaladas siempre tengo el recuerdo de que un caluroso día de finales de agosto al atardecer algunas mocitas de mi pueblo zurcían pantalones gastados en las faenas del campo, remendaban mandiles, cosían camisas, faldas y enaguas o bordaban sábanas de hilo para el ajuar en el taller de costura que había en la calle Villa, mientras entre risas y comentarios las más de las veces con doble sentido, disfrutaban con los dimes y diretes de los noviazgos verdaderos o soñados de alguna que otra solterona de posibles que ya veía cercano el momento oportuno para casarse con algún pretendiente rico y todavía imaginario. Así se hacía agradable y corta la laboriosa tarea de aprendices de modista a la que dedicaban varias horas todos los días del año después de la siesta, la mayoría de ellas derrengadas por el trabajo del campo o por hacer la comida y todas las faenas de la casa. Esa tarde del día de san Agustín de 1947, como colofón grandioso de la feria de Linares, sonaron los clarines en el coso de Santa Margarita y un toro de Miura que llevaba el nombre de Islero corneó de muerte a un torero cordobés llamado Manolete. Mucho se ha hablado y escrito del momento de la cornada cuando entró a matar, de la herida, de la operación, de la transfusión, de la muerte y de la vida y milagros del torero, todo forma parte de la historia y también de la leyenda. En Linares sucedió una tarde de finales de agosto, el día de san Agustín.
Hace ya muchos años tuve ocasión de platicar largo y tendido de este tema con mi buen amigo don Picoco, quien tuvo a bien contarme la historia que según su criterio incluía detalles de algunos otros personajes poco conocidos que él decía tuvieron alguna relación en los hechos de ese día. En primer lugar, me dio a entender que una de las aprendices de modista que esa tarde bordaba su propio ajuar en el taller de costura, era su madre, que contraería matrimonio ese mismo año. Según le dijo su madre, la noticia de la grave cogida de Manolete se la contaron al anochecer cuando ella y sus amigas salían del taller para volver a casa. “Un toro de Miura ha cogido a Manolete, y lo están operando a vida o muerte”. “Los cirujanos son D. Fernando Garrido y el Dr. Medinilla”. “Entonces, está en buenas manos”, pensaron las mocitas porque todos los del pueblo conocían el buen hacer de los médicos de Linares. Aquella triste noticia corrió como la pólvora por todos los pueblos de la provincia de Jaén.
Añadió don Picoco: mucha gente sabe que le taponaron la herida y le hicieron una transfusión de sangre directa de brazo a brazo cuyo donante fue Juan Sánchez Calle, que era cabo de la Policía Armada y conocía a Manolete porque habían coincidido en la mili. Por cierto, que este señor, apodado Juanarra, era paisano nuestro, de Torreblascopedro. Su mujer se llamaba Pura y eran una familia muy conocida en el pueblo. Con ellos trabajó algún tiempo, mi madre. Además, te diré que había otro médico en Linares, que se llamaba D. Fernando Flores, que en esos días estaba de viaje de bodas en Galicia, al cual conocí porque uno de sus hijos, también llamado Fernando, que era licenciado en Ciencias Exactas, gran aficionado a los toros, a la música y a todo lo bueno que ofrece la vida, además de buen gastrónomo y muy amigo mío. Tengo un grato recuerdo de él. Fernando me dijo que su padre nunca tuvo dudas de que aquella noche, Manolete, después de volverle a operar para suturar la femoral en el Hospital de las Marqueses de Linares, se encontraba estable dentro de la gravedad y que se hubiera salvado casi con seguridad si no hubiera ocurrido que con la mejor intención del mundo y con la aquiescencia de Manolete, alguien tuvo la idea de llamar e ir a buscar al médico de la plaza de toros de las Ventas de Madrid que llegó a Linares ya de madrugada portando un suero que decidió administrar al paciente, contra el prudente criterio de D. Fernando Garrido, que tenía noticias de dudosos resultados atribuibles a la administración de dicho plasma. Como consecuencia, nada más recibir el plasma, el torero sufrió un choque anafiláctico y murió antes del amanecer sin que nadie pudiese hacer nada para salvarle la vida. Ayer se cumplió el 77 aniversario de la muerte de Manolete, Linares seguirá honrando su memoria y nosotros brindaremos por el presente y un mejor futuro para los linarenses.